Vacunas COVID-19 para garantizar el derecho a la educación

UNICEF da cuenta del efecto de la pandemia sobre el bienestar de niños, niñas y adolescentes, producto del cierre obligado de las escuelas para proteger a toda la población. Afirma que los chicos y las chicas se han visto afectados de múltiples maneras y que las consecuencias son mucho más severas para quienes viven en condiciones más vulnerables. El cierre de las escuelas, que afectó a más de 167 millones de estudiantes, no sólo fue en el área del conocimiento, sino que también causó problemas emocionales, cambios en los hábitos de sueño y alimentación, angustia y depresión, afectación en el desarrollo afectivo y cognitivo e incremento de violencias; demostrando una vez más que la escuela tiene un rol fundamental en el bienestar integral de niños, niñas y adolescentes.

Para paliar estas consecuencias y garantizar que las escuelas no vuelvan a tener que cerrarse es clave el rol de las vacunas. Las vacunas, como ninguna otra medida, logran disminuir los niveles de transmisión comunitaria y la sobrecarga de los sistemas de salud que son las principales causas que justifican el cierre de las escuelas.

Pero el acceso a las vacunas no es equitativo. Según el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el momento se han aplicado en todo el mundo 5,5 billones de vacunas (5.500.000.000.000). Esto parecería ser una buena noticia, si no se agregara un dato más: de esa cantidad de vacunas aplicadas, el 80% se concentró en países de renta alta y media.

Es decir que mientras algunos países de altos ingresos ya han vacunado a más del 60% de la población y están aplicando una tercera dosis, hay otros que no alcanzan a tener al 1% de su población vacunada con una sola dosis. Si seguimos por este camino, la salida global de la pandemia estará cada vez más lejos y, otra vez, las poblaciones más pobres morirán y se enfermarán más, y sus escuelas deberán cerrarse nuevamente.

Es necesario y urgente que las vacunas contra el COVID-19 sean declaradas como derecho humano y bien público global. ¿Qué quiere decir esto? Que estén al servicio de todos los habitantes del planeta en igual cantidad y calidad.

Para contribuir con ese pedido, más de 30 organizaciones de la sociedad civil, sociedades científicas, consejos de bioética, universidades e instituciones prestadoras de salud de Latinoamérica crearon Acceso, un grupo para ayudar a esclarecer y difundir la información accesible y favorecer la articulación de organismos nacionales, internacionales y sociedades científicas para contribuir a contrarrestar las desigualdades en el acceso a las vacunas contra el COVID-19.

Por todas estas razones Acceso continúa sumando organizaciones de toda la región, como la Campaña por el Derecho a la Educación en México, que compartan consensos basados en la participación social, la solidaridad y el respeto para ayudar a que la sociedad en su conjunto supere la emergencia que atraviesa, promoviendo una distribución equitativa y oportuna de las vacunas.

Para superar cualquier problema de salud las respuestas no pueden ser individuales y la pandemia del COVID-19 no es una excepción. Ningún país se salva sólo. Para revertir las inequidades a las que nos enfrentamos debemos crear nuevas formas de organización social y las escuelas son el lugar por excelencia para hacerlo y así transformar estas realidades que duelen. Para que la escuela siga siendo un espacio que acompañe la actuación de los sujetos en pos de su libertad, para que las escuelas puedan seguir construyendo ciudadanías capaces de crear formas de vida más equitativas, para que puedan ser semilla de emancipación de mundos sostenidos en relaciones sociales solidarias, debemos garantizar que haya vacunas que frenen el avance de la pandemia para que las escuelas sigan abiertas.

¡Apoya la CLADE!

Creemos que la educación puede transformar vidas, y también nuestras sociedades. Y .. ¡tú nos puedes ayudar!
Skip to content