Los donantes y los países no están contribuyendo adecuadamente al financiamiento de la educación
21 de septiembre de 2017
Hoy, se llevan a cabo dos eventos en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, haciendo un llamamiento político de alto nivel para una acción urgente sobre la financiación de la educación.
Por Infome GEM
Como se muestra en el próximo Informe GEM, que se publicará el 24 de octubre, muchos países y donantes no están contribuyendo adecuadamente al financiamiento de la educación. La ayuda se está estancando y, al mismo tiempo, muchos países siguen dando largas a la consecución de las metas de financiamiento de la educación para alcanzar nuestros objetivos para 2030.
Uno de cada cuatro países no alcanza las metas financieras para la educación
Las dos metas clave de la financiación pública de la educación figuran en el Marco de Acción de la Educación 2030, que propone que los gobiernos asignen:
- “al menos de 4% a 6% del PIB a la educación, y/o…
- al menos de 15% a 20% del gasto público a la educación”
Según los datos del último año, en promedio, el gasto mundial en educación es de un 4.7% del PIB, dentro del rango de 4% a 6%. Esto va del 3.7% en países de bajos ingresos a un 5.1% en países de altos ingresos. Sin embargo, las asignaciones no cumplieron con la segunda meta de al menos 15% a 20% del gasto público, siendo de tan solo un 14.1% según las últimas estimaciones.
Aunque estas metas no son vinculantes para los países, puede ser que el caer por debajo de ellas sea una indicación de que la educación no recibe la atención que necesita.
Con una brecha de financiamiento anual de $39 mil millones para alcanzar nuestro objetivo de educación, el ODS4, el no cumplir con las metas de financiamiento no puede ser justificado.
El desglosar la cifra global muestra hasta qué punto necesitamos aumentar la presión sobre los gobiernos para cumplir con las metas.
Durante el período 2013-2016, 33 de los 128 países con datos sobre ambos indicadores –o uno de cada cuatro– no alcanzaron los objetivos de financiamiento de la educación, dedicando menos del 4% del PIB a la educación y asignando menos del 15% de su gasto público total a la educación. Estos incluyen países de bajos ingresos, como Gambia y Guinea, así como países de altos ingresos, como Japón y Qatar. Los países de ingresos medios, como Azerbaiyán, que dedicó el 2.6% del PIB y el 7.4% del gasto público total a la educación, y Líbano, que dedicó un 2.6% y 8.6%, respectivamente, tampoco cumplieron con las metas.
Hay una dimensión positiva de esta noticia. Entre 2010 y 2015, alrededor de uno de cada cuatro países aumentó el gasto en educación en proporción al PIB por más de medio punto porcentual, de los cuales seis por al menos dos puntos porcentuales, incluidos Bhután, Malawi, Níger y Zimbabwe. Por otro lado, uno de cada seis países redujo sus gastos en más de medio punto porcentual, de los cuales dos por al menos dos puntos porcentuales, Santo Tomé y Príncipe y Timor-Leste. Rwanda y la República Unida de Tanzania, que también redujeron sus gastos, han caído por debajo del umbral del 4%.
Sin embargo, no vamos a centrarnos únicamente en el volumen del gasto, que no es la única medida de éxito. Si el gasto es ineficiente o no llega a los beneficiarios previstos, el incrementarlo no ayudará a alcanzar las metas de educación. Nuestro Informe GEM 2017/8, Rendir cuentas en el ámbito de la educación: Cumplir nuestros compromisos, examinará cómo los gobiernos rinden cuentas sobre la manera en que asignan recursos, garantizan su entrega y se dirigen a los necesitados. El alcance de los presupuestos opacos, las fugas financieras y la corrupción puede reducirse con un sistema efectivo de rendición de cuentas.
Solo 6 de 29 donantes de OCDE CAD dedicaron al menos 0.7% de su producto nacional a la ayuda
Sin embargo, el financiamiento que se necesita para la Educación 2030 también debe generarse de la ayuda de los donantes. Volviendo a una propuesta presentada en 1969, se anticipa que los donantes de OCDE CAD asignen un 0.7% del producto nacional bruto a la ayuda, una meta que se endosó un año después en una resolución de la ONU y, más recientemente, en la Agenda de Acción de Adís Abeba de 2015. Pero en 2015, solo 6 de 29 donantes de OCDE CAD cumplieron con la meta de 0.7%. Colectivamente, los países CAD dedicaron un 0.3% del producto nacional bruto a la ayuda, una cifra que se ha mantenido constante durante décadas.
Si los donantes de la OCDE y los donantes no tradicionales cumplieran con la meta y asignaran un 10% de su ayuda a la educación, la brecha de financiamiento se colmaría. Sin embargo, la educación ha ido cayendo en la lista de prioridades: en 2015, el porcentaje dedicado a la educación cayó por sexto año consecutivo a un 6.9% de la ayuda total.
Además de la cantidad de ayuda proporcionada por los donantes, es importante, por supuesto, saber cómo se gasta.
El Informe GEM 2016 mostró en qué medida el énfasis en la eficacia de la ayuda es vital para el financiamiento del progreso en la educación. Expuso que, entre las agencias con un mandato legal para erradicar la pobreza, más del 80% de su ayuda para el desarrollo se asigna a países que están por encima de la tasa media de pobreza. Entre las agencias que no tienen un objetivo explícito de reducción de la pobreza, solo un 31% de su ayuda para el desarrollo se asigna a tales países.
Los intereses económicos y políticos son dimensiones clave de las decisiones de financiamiento de los donantes. Un análisis de 170 países receptores encontró que la asignación de la ayuda a la educación básica desde 2003 reflejaba los intereses relacionados con el comercio de los donantes más que las necesidades de los países receptores, medidas por las tasas de inscripción o finalización.
El porcentaje de niños que terminan la escuela primaria es una medida potencial de la necesidad del país. En Liberia y Mauritania, aproximadamente la mitad de los niños terminan la escuela primaria, pero Liberia recibe un monto 10 veces mayor de ayuda a la educación básica por hijo en edad escolar.
El Informe GEM 2017/8 sobre la rendición de cuentas, que se publicará próximamente, también examinará los mecanismos de seguimiento establecidos para que los donantes puedan rendir cuentas de sus compromisos. Dos años después de la consagración del ODS4, tenemos poco tiempo que perder en promesas vacías.