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Las “prácticas sexistas” en las escuelas de Paraguay

20 de marzo de 2015

La discriminación por género es una realidad que ya no puede ser negada ni aceptada. Sin embargo, se perpetúa debido a muchas “prácticas sexistas” que siguen vigentes e, inclusive, ya forman parte de la “educación”

Fuente: ABC

Las “prácticas sexistas” son aquellas acciones que fortalecen la discriminación por género de las que generalmente son víctimas las mujeres. El concepto tomó relevancia para los organismos internacionales a partir del establecimiento del “Objetivo del milenio” de “eliminar la disparidad de género en educación primaria para el 2005, y a todos los niveles para el 2015”, según comunicó las Naciones Unidas en el año 2000. Nuestro país es signatario de estos objetivos.

Una de las áreas en que se identificó la necesidad de trabajar sobre el tema en nuestro país es la educación, por lo que la representación en Paraguay del Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef) elaboró un recuento de cómo impactan las “prácticas sexistas” en las aulas de las escuelas a lo largo del territorio.

Este estudio analiza “la presencia del sexismo en el ejercicio docente”. La conclusión principal es bastante llamativa: la escuela continúa manteniendo creencias y representaciones que no cuestionan ni proponen modelos alternativos a las visiones tradicionales (sexistas) con respecto a la construcción de identidad y a la asignación de roles masculinos y femeninos. Entonces, en la escuela simplemente se reproduce el sexismo que ya está en la sociedad.

Paraguay no es el único país de la región con este problema, aclaran. Es sabido que esto finalmente limita el desarrollo de las mujeres en cuanto a autonomía económica, intervención en procesos de decisión y autoestima. En el análisis, se resalta principalmente la función del currículo o contenidos. Esta parte se refiere a lo que se estudia, los materiales que se usan y otros elementos que tienen que ver con el programa o contenido, ya que se identifican en ellos las prácticas educativas o cotidianas que se ajustan a un sistema de creencias y actitudes conducentes a la generación de estereotipos que refuerzan la desigualdad y la jerarquización en el trato que reciben las personas.

La comunicación en el aula es otro aspecto llamativo en las escuelas paraguayas, de acuerdo a este estudio. Todas las referencias a las que se hacen son masculinas. Durante los recorridos en las escuelas se han escuchado frases que lo demuestran, pronunciadas por los mismos docentes a los niños. Un ejemplo: “Trabajá porque varios unos ya tenés. Mirá que ya estás en sexto (grado) y quién le va a querer a una nena ‘akané’. Nadie les quiere a los ‘akané’”. (Akané, dicho hacia una persona de poco estudio). Se puede ver cómo, entrelíneas, el educador le dice a la niña que su motivación para aprender debe ser buscar “que alguien le quiera”.

Las tareas del tipo “domésticas” también hacen diferenciación. Se escuchó en una de las escuelas: “Limpiar el patio (…) Para barrer están las mujeres; para tirar basura, los hombres, y para rastrillar, mujer. Arreglar los basureros, hombres; remover la tierra de las plantas y plantar nuevas plantas, hombres y mujeres”. Otro ejemplo sería cuando hay algún tipo de festejo en el aula: se asigna la provisión de comida a las mujeres. Las clases de Educación Física, Trabajo y Tecnología y otros eventos tradicionalmente segregan a los niños de las niñas en actividades consideradas “propias” para cada grupo.

Conclusión

Tanto la didáctica de docentes y políticas institucionales como la discriminación y prácticas sexistas en la escuela son aspectos evidenciados a través de este estudio y que “están sumamente vinculados”, concluyen expertos de Unicef. Se sugiere entonces propuestas de acción para superar las prácticas discriminatorias y sexistas, lo cual debe incluir un análisis del modelo pedagógico, los métodos de enseñanza y las orientaciones institucionales.

Se recomienda cambiar muchos contenidos en los libros de texto, al igual que se requiere un “cambio cultural” entre los “actores de la educación”, es decir, los profesores y los formadores de profesores, principalmente. “La educación salva y mejora la vida de las niñas y de las mujeres proporcionándoles un mayor control sobre sus vidas, mayores oportunidades y opciones de participación con voz propia en los procesos de decisión política, social y económica de sus comunidades”, indica la organización.


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