“La escuela sigue siendo conservadora, así la mente esté volando en el internet”
9 de marzo de 2017
Diálogo con Patricia Jaramillo, coordinadora de la Red de Educación Popular Entre Mujeres de Latinoamérica y el Caribe (REPEM-LAC)
Por Nelsy Lizarazo (Pressenza) y María Cianci Bastidas (ALER)
El trabajo que realiza el movimiento de mujeres por la educación ha logrado posicionar elementos que fortalecen la educación sin discriminación, generando que la UNESCO valore la educación no sexista, y que se pueda incorporar la educación sexual e integral, así lo afirmó Patricia Jaramillo, coordinadora general de REPEM.
Existen grupos de derecha especialmente ligados a confesionalidades que han levantado barreras muy fuertes desde el planteamiento de la ideología de género, que cuestiona la disposición de información sobre diversidad sexual, derechos sexuales y reproductivos y lenguaje incluyente en la educación. El patriarcalismo influye en la educación desde diferentes ámbitos y acciones, por ejemplo en la negación de espacios de educación de información y libertad para las personas que no tengan una decisión heterosexual.
Patricia también comenta que los entornos educativos institucionales formales hacen que niñas y jóvenes estén relegadas a un segundo plano. No sólo en lo concreto sino también en lo simbólico y corporal, estas complejidades son las que interesan visibilizar y posicionar en el quehacer educativo.
Reconocemos que el patriarcado y el machismo se imponen en la cotidianidad, de ahí la importancia de las resoluciones y marcos regulatorios que buscan reconocer la diversidad. La campaña de difusión que se realiza en torno a la Resolución de la UNESCO nos da la certeza que hemos tocado puntos neurálgicos de la política internacional en educación, porque evidencia que la UNESCO empieza a mirar este tema con inquietud.
Aprender sin miedo: prevenir la violencia de género en el entorno escolar y luchar contra ella, es el título de una resolución adoptada por la UNESCO en 2015 para luchar contra las diversas formas de violencia de género a la que se exponen las niñas y los niños dentro de la escuela o en el camino hacia ella. Para Jaramillo es un punto de entrada que debe profundizarse, por eso se desea que la política sea incluyente e inclusiva en el sentido de las concepciones sexuales, de la discriminación racial y claridad del rol para las confesionalidades, no haciendo limitante a los genitales para una u otra educación.
REPEM ha realizado una labor con inclusión de la perspectiva de género, en el que participan maestros y maestras encontrando que los marcos normativos y las currículas con los que se forman los/as propios/as docentes son patriarcales. Prácticamente estamos trabajando con currículos del siglo XVIII o XIX en pleno siglo XXI, aún a sabiendas que existen diferentes medios tecnológicos y otras variables a considerar.
La escuela sigue siendo conservadora así la mente esté volando en el internet. Puede ser que estemos recibiendo gran cantidad de información, pero paralelamente se evidencia la brecha digital que viven las mujeres adultas que no tuvieron las oportunidades de ingreso a la educación formal o informal y están compelidas a integrarse en el mundo de la tecnología para su integración laboral.
Un elemento central de la educación como derecho es que constituye el fundante de otros derechos. Patricia afirma que la crisis mundial de derechos humanos pasa por mirarnos por el tipo de educación que estamos ofertando, formal y no formal. Debemos contemplar que quienes no tienen acceso a la educación puedan responder a las demandas de sus hijos e hijas y a la vez puedan participar en los avances de la tecnología.
“Esta campaña conjunta de CLADE, REPEM, Pressenza y ALER que lleva el lema “Educación con diversidad e igualdad: por el fin de la violencia de género en los espacios educativos” demuestra un desafío en la región que se centra en la lucha por posicionar el derecho a una educación incluyente no sexista, sin discriminación, donde las oportunidades de educación de calidad y gratuidad llegue a todas las personas independiente de su condición económica y su orientación sexual o condición de clase. Quienes somos educadores tenemos el deber moral y responsabilidad ética e histórica de no callar, de denunciar para que los derechos no sean violentados en los ámbitos educativos”, finalizó Patricia Jaramillo.
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