En su intervención titulada Educación en Emergencias en América Latina y el Caribe: impactos y resistencias ante las tendencias neoliberales y fascistas, WilliamThelusmond, coordinador de la Reagrupación Educación para Todos y Todas (REPT), parte de la membresía CLADE, invita a reflexionar sobre cómo las ideologías que predominan en la región han incidido en la garantía del derecho humano a la educación. El análisis enfatiza que, en contextos de crisis, la fragilización del Estado como garante de derechos se ha agudizado, dejando espacio a políticas neoliberales y discursos autoritarios que debilitan la responsabilidad estatal.
Uno de los puntos centrales del texto es el avance de la privatización educativa, que profundiza desigualdades y limita el acceso equitativo a una educación pública, gratuita y de calidad. Frente a este escenario, la reflexión también resalta las resistencias de comunidades, docentes y movimientos sociales que defienden la educación como un bien común y un derecho humano inalienable.
A continuación su intervención:
Les saludamos. Estamos encantados de participar en este encuentro en el marco de la Semana de Acción por la Educación. Agradecemos a CLADE esta oportunidad de presentar la situación de Haití bajo el tema «Fragilización de la responsabilidad estatal y privatización educativa».
Comenzamos nuestra intervención recordando la obligación del Estado haitiano de asumir la educación de todos los niños, jóvenes y personas adultas sobre la base del marco legal del país y de los convenios y compromisos internacionalmente reconocidos.
Presentamos algunos elementos que muestran cómo se ha debilitado el Estado haitiano y sus consecuencias en la vida de la población, en el derecho a la educación y en la privatización de la educación.
El precio de la independencia
El debilitamiento de Haití comenzó inmediatamente después de ganar la guerra de independencia en 1804 contra Francia, cuando las potencias esclavistas, colonialistas e imperialistas de la época impusieron un bloqueo comercial y no reconocieron la independencia. A pesar de ello, Haití siguió ofreciendo su territorio como tierra de libertad a todas las personas esclavizadas procedentes de otros lugares y se solidarizó con la lucha de liberación de otros pueblos.
Además, 21 años después, en 1825, Francia impuso a Haití un rescate mediante una ordenanza del rey Carlos X de Francia, de 17 de abril de 1825, en la que exigía el pago de la exorbitante suma de 150 millones de francos oro como condición para reconocer la independencia, bajo la amenaza de destruir la capital de Haití, Puerto Príncipe con diecinueve (19) buques de guerra equipados con más de 500 cañones. Esta cantidad representaba 10 veces los ingresos fiscales anuales del Estado y el 300 % del Producto Interno Bruto (PIB) anual haitiano. Actualmente equivale a varias decenas de miles de millones de dólares estadounidenses. Se calcula que oscila entre 21.000 y 125.000 millones.
Además, para pagar este rescate, Haití tuvo que pedir préstamos a bancos franceses a tipos de interés usurarios y con prácticas desleales. Haití se vio obligado a vender su café a un precio reducido en un 50 % con respecto al precio del mercado mundial y a dar preferencia a los barcos franceses que llegaban a los puertos y que solo pagaban el 50 % de los derechos de aduana exigidos por las autoridades aduaneras del país. Un intento monstruoso de resucitar el principio de exclusividad de Colbert.
Ante la falta de liquidez para hacer frente al servicio anual del rescate, el Estado haitiano tuvo que vender un importante volumen de madera preciosa en el mercado internacional, acelerando el proceso de deforestación ya iniciado en la época de la colonización francesa.
El servicio de esta ignominia generó una hemorragia extraordinaria de recursos financieros que condicionó las finanzas haitianas durante 127 años. El hecho de dedicar la mayor parte de los ingresos fiscales (a veces más del 70 %) al pago del servicio de este rescate bloqueó el proceso de construcción nacional y paralizó las inversiones públicas en infraestructuras básicas y servicios esenciales de educación y salud pública.
El pago del rescate tuvo consecuencias devastadoras para la sociedad haitiana y sus secuelas aún perduran.
Debilitamiento político a partir de 1991
Tras la caída de la dictadura de Duvalier en 1986, en 1990 se celebraron finalmente unas elecciones con una participación masiva, reconocidas como las más democráticas, con la victoria del presidente J. B. Aristide, que representaba un cierto populismo de izquierda. Siete (7) meses más tarde, se produjo un brutal golpe de Estado antidemocrático con apoyo externo durante tres años, con un balance de unos 5.000 personas fallecidas y el presidente electo exiliado en Estados Unidos, además de la muerte y la facilitación de la salida al extranjero de más de 3.000 dirigentes de los movimientos populares. Tras numerosas movilizaciones y negociaciones, Estados Unidos le apoyó para que retomara sus funciones con 20 ¿.000 militares, acuerdos para políticas de ajuste estructural y el desmantelamiento del ejército, que anteriormente era represivo.
Hemos perdido un Estado que pretendía ser responsable, un impulso a favor de los servicios públicos, especialmente en el ámbito de la educación y la salud.
Programa de ajuste estructural
Esta estrategia de debilitamiento económico y político se ha manifestado en el saqueo y la privatización de las empresas públicas, la reducción o eliminación de los derechos de aduana y el desarrollo de las oligarquías en detrimento del Estado.
- Imposición de candidatos y de un presidente populista de extrema derecha y sus consecuencias. Tal fue el caso con la elección en 2011 del presidente Mathelly, con el apoyo de potencias externas, más conocido como músico y partidario de la dictadura y golpista antidemocrático.
- Bandas criminales armadas y consecuencias para la educación: Esto nos ha llevado a la situación actual, con bandas criminales armadas que comenzaron como apoyo al poder. Luego las encontramos en el kiddaninp, en el tráfico de drogas y órganos, como palancas de poder. Actualmente son bandas criminales armadas que controlan territorios, se desarrollan, matan, violan, roban e incendian. Ocupan más del 85 % de la capital y de los municipios de otros departamentos. Muchas zonas aún se han librado en la mayoría de los departamentos geográficos del país.
- Provocan el desplazamiento de poblaciones y cierran escuelas. Hoy en día, más de 1,2 millones de estudiantes no pueden asistir a la escuela. Más de mil escuelas están cerradas. Unas pocas escuelas, menos de una decena, intentan continuar con la enseñanza.
La población teme a estos grupos y los combate siempre que tiene ocasión. La Presidencia y el Gobierno operan en espacios limitados. Las acciones de las fuerzas del orden no dan los frutos esperados.
Las organizaciones democráticas de la sociedad civil y los movimientos sociales, aunque debilitados, siguen luchando contra las bandas y presionando a las autoridades para que asuman sus responsabilidades. Estas acciones han sido totalmente impopulares. La situación es condenatoria. Organizaciones de la sociedad civil haitiana, como organizaciones de derechos humanos.
Conclusiones
El Estado haitiano se ve sistemáticamente debilitado por las potencias coloniales, neocoloniales e imperialistas, tanto en el plano económico como en el político. La sociedad haitiana aún no logra constituirse como una fuerza determinante para la democracia y el progreso social.
La educación paga un alto precio, con más del 85 % de escuelas privadas y menos del 20 % de alumnos en el sector público.
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