Hoy (24/1) se celebra el Día Internacional de la Educación. Proclamada en la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2018, la fecha promueve “el papel de la educación para la paz y el desarrollo” y es un marco para reconocer el rol fundamental que juega el derecho a la educación en la realización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la transformación del mundo hacia la paz, la justicia social y la sostenibilidad.
Pese a la existencia de metas y objetivos internacionales que establecen la obligación de los Estados en garantizar una educación pública, gratuita, inclusiva y de calidad para todas y todos, más de 258 millones de niñas, niños y jóvenes en el mundo siguen fuera de la escuela.
En este contexto, la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) llama la atención para la necesidad de asegurar una educación emancipadora, que promueva los derechos humanos y transforme vidas y realidades, desde la reflexión, el diálogo, el pensamiento crítico; y desde la capacidad de indagar, cuestionar, discernir, imaginar y accionar por otros mundos posibles.
Según el documento “Educar para la Libertad: Por una educación emancipadora y garante de derechos”, publicado por la CLADE en el 2019, la educación emancipadora debe garantizar a la comunidad educativa condiciones de libertad y dignidad, para que pueda reflexionar, dialogar, formarse y producir conocimientos en el sentido de cambiar las interrelaciones sociales, hacia la abolición de opresiones y hegemonías patriarcales, heterosexuales y heteronormativas, entre otras.
Conoce a continuación algunos ejes que, desde el punto de vista de la CLADE, son importantes para asegurar una educación emancipadora:
1. Libertad
Según los principios de la educación popular, y especialmente la teoría del educador brasileño Paulo Freire, la educación debe darse a partir del diálogo y de relaciones horizontales entre los sujetos de las comunidades educativas. Por esa perspectiva, una educación emancipadora es aquella que genera conciencia crítica y, por lo tanto, libera y establece condiciones para que todas las personas puedan participar, en pie de igualdad, en la vida económica, política, cultural y social de los distintos pueblos, países y comunidades.
2. Transformación
El concepto de educación transformadora plantea que la educación tiene el potencial de cambiar las vidas de las personas, y de además promover, fortalecer y motivar sus capacidades para transformar la realidad, superando las asimetrías sociales y defendiendo una sociedad libre de cualquier opresión, marginalización, explotación y exclusión social.
De esa manera, la educación debe contribuir a que las personas estén en sintonía a su tiempo y espacio, conozcan su territorio, contexto, historia y diversidad cultural, mientras que los espacios y procesos de educación informal, no formal y formal deben estar relacionados, siendo promotores de culturas y saberes, investigación, enseñanza y extensión, contribuyendo para que existan la justicia económica, social y ambiental. En ese sentido, la educación transformadora también pasa por la democratización del conocimiento, del arte, de la cultura y de nuestra memoria histórica.
3. Descolonización
La colonización sufrida por los pueblos latinoamericanos y caribeños les impuso saberes, maneras de hacer y ser, formas de pensar, valoraciones e instituciones que subsisten y son manifestaciones que oprimen y niegan sus identidades originarias. Sin embargo, los movimientos populares de América Latina y el Caribe construyen sus luchas en base a conocimientos ancestrales, culturales, populares y espirituales ajenos al cientificismo propio de la teoría eurocéntrica u occidental.
Un proyecto educativo liberador debe, entonces, revelar, cuestionar y tratar de superar estos aspectos coloniales de la sociedad. Debe asegurar la enseñanza y el aprendizaje de conocimientos acumulados por la humanidad en distintos campos, pero superando la hegemonía de conceptos y miradas de base eurocéntrica u occidental, y a la vez tomando en cuenta y valorando la diversidad de saberes, culturas, lenguas y cosmovisiones de los distintos pueblos, lo que implica la inclusión de todas las personas con la misma oportunidad de aportar y aplicar prácticas y metodologías propias.
4. Democracia
Por la pedagogía crítica, los centros educativos son espacios de encuentro, en el que las personas pueden trabajar en forma conjunta para abordar sus problemas, desarrollar proyectos, encontrar y experimentar las diferencias y practicar la democracia.
En ese sentido, la participación popular, en especial de integrantes de la comunidad educativa, debe estar presente en el diseño, definición, implementación, monitoreo y evaluación de las políticas educativas y los proyectos político-pedagógicos. Este es un elemento fundamental para la organización de la gestión democrática en la educación.
5. Igualdad de género
La garantía de los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes, así como de la comunidad LGBTIQ+, está relacionada con la promoción de una vida digna y la posibilidad de elegir con libertad el propio proyecto de vida, sin restricción a su ser y actuar en el mundo.
Para ello, es primordial deconstruir patrones patriarcales y afirmar normas, roles y relaciones de género en condiciones de igualdad y equidad. Una educación que permita reflexionar sobre los roles y estereotipos que se asignan a los géneros; replantear los conceptos sobre masculinidades y feminidades, para que sean más sensibles y responsables, y para que accionen en la construcción de sociedades verdaderamente incluyentes, igualitarias, pacíficas y democráticas.
6. Comunicación y tecnología
Los medios de comunicación educan las personas a todo momento, más aún en la actualidad, donde predominan las tecnologías de la información y comunicación (TICs), y los rápidos cambios tecnológicos. En ese contexto, es un rol de la educación y una tarea cotidiana de la ciudadanía pensar críticamente la comunicación y lo que se difunde a través de los medios y las redes sociales digitales. Poner en la agenda educativa y comunicativa posiciones críticas y temas para la reflexión significa abrir espacios para profundizar el debate democrático, alentando la participación social y la pluralidad.
7. Afecto y cuidado
Las personas traen en sí un contenido rico de experiencias, vivencias, sueños, emociones y sensibilidades, fundamentales para su desarrollo. La educación debe valorar la manera de ser, sentir y pensar de las personas, permitiéndoles, desde el autoconocimiento, desarrollar sus potencialidades intelectuales, afectivas y espontáneas.
En ese sentido, el cuidado y el amor deben tomarse como principios éticos de la educación. Es en la alegría, la curiosidad y la complicidad que educadoras y educadores fortalecen en cada educanda y educando la pasión por aprender, descubrir, reflexionar, discutir y constatar. Es en la mediación dialógica que se dará la verdadera pedagogía del amor, la cual debe ser vivida a través de la emoción, del cariño y del afecto.