A propósito del 8 de septiembre, día internacional de la alfabetización
Benita es una mujer que aprendió a leer a los 24 años, ya tenía 2 hijas y 1 hijo, además responsable de hogar. Benita participó de un proceso de alfabetización para personas jóvenes y adultas, en sus propias palabras, la vida cambió para siempre. Reconoció que en las letras había más que información, y se involucró en la organización comunitaria de su barrio. Con un grupo de mujeres se empeñaba, tercamente en mover las injusticias a las que se someten quienes viven en sectores populares y con frecuencia quedan al margen de la atención del Estado para una verdadera garantía de derechos. Llevó y lleva varios proyectos, uno de ellos el programa de integración escolar para niñas, niños y jóvenes que habían interrumpido su trayectoria educativa.
La historia de Benita podría ser la de cualquier persona, en cualquier barrio de América Latina y El Caribe. A pesar del desarrollo tecnológico aún con vergüenza y responsabilidad debemos asumir que en el planeta, 773 millones de personas adultas no saben leer ni escribir. ¡Sí! Escuchó bien 773 millones de personas, eso equivale a toda la población de los 30 países de América Latina y El Caribe sumando unos numeritos más.
La cifra de por sí ya es alarmante, pero hay que ponerle cara a esos números, para que dejen de ser fríos y sintamos como si fuera carne propia la exclusión y discriminación que sufren personas como Benita que no podían leer ni escribir.
Leer y escribir no son solo operaciones lógicas y cognitivas, se refiere también a un mundo de posibilidades que se abre a su par. Acceder a la autonomía para no ser víctimas de engaños, para procesar lecturas y reflexiones a su gusto. Y también como decía Freire, el maestro que nos inspira en la educación popular, para aprender a leer el mundo, sabemos que leer es mucho más que decir ma, me, mi, mo. Leer es un acto político, donde aprendemos sobre la cultura democrática, la participación ciudadana y nos liberamos de las múltiples formas de opresión y violencias, explícitas o sutiles.
Adicionalmente a la lectoescritura, hoy en pleno 2021 tenemos desafíos que se cruzan con el contexto de la pandemia y la alfabetización digital. Tener acceso a computadoras, teléfonos u otros dispositivos es una parte del acceso digital, acceder al internet resulta otro peldaño que debe escalarse, y que persiste como barrera para la enseñanza – aprendizaje, sin dejar de lado que al mismo tiempo el manejo de las tecnologías sigue dejando a mucha gente por fuera.
Hoy, 8 de septiembre es día internacional de la alfabetización, y aunque la Organización de Naciones Unidas señala en la meta 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la Agenda 2030, garantizar una educación durante toda la vida. La tarea aún sigue pendiente.
La alfabetización es pues, un camino libertario, para la emancipación y autonomía hacia la dignidad y ejercicio pleno de derechos. Resulta urgente e impostergable un compromiso firme con el financiamiento educativo público para que el derecho humano a la educación sea un hecho concreto para todas las personas, por supuesto considerando la alfabetización en todas sus dimensiones.