En el marco del proyecto “Estrategias para prevenir la violencia sexual y de género y fomentar la equidad en las escuelas rurales”, dialogamos con mujeres de Haití, Honduras y Nicaragua
Con el objetivo de fortalecer la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres, niñas y niños, prevenir y superar la violencia de género en la educación, está en marcha el proyecto “Estrategias para prevenir la violencia sexual y de género y fomentar la equidad en las escuelas rurales”. A ser implementada de 2021 a 2023 en Nicaragua, Honduras y Haití, la iniciativa es coordinada por la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) en alianza con Alternatives (Canadá), y en los países es realizada por el Foro Dakar Honduras, la Reagrupación para Todas y Todos de Haití (REPT) y el Foro de Educación y Desarrollo Humano de la Iniciativa por Nicaragua.
Se trata de una investigación a partir del diálogo con comunidades rurales de Haití, Honduras y Nicaragua, para descubrir en qué medida sus escuelas presentan casos de violencia y discriminación relacionada a género, es decir: aquellos actos dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas debido a su género y que tienen su origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas dañinas. El término “violencia de género” se utiliza principalmente para subrayar que las diferencias de poder basadas en el género colocan especialmente a las mujeres y niñas, pero también hombres LGBTQA+, en situación de riesgo frente a múltiples formas de violencia.
Los resultados pueden ser un daño o sufrimiento físico, sexual o mental para la víctima, así como las amenazas de tales actos.
A partir de la información recabada en esta investigación, se pretende construir planes y protocolos para enfrentar esta problemática en los espacios educativos, junto con docentes, estudiantes, niñas, mujeres y otras personas interesadas. El trabajo se lleva a cabo gracias al apoyo y la subvención concedida por el Intercambio de Conocimiento e Innovación (KIX) de la Alianza Global para la Educación (GPE) y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), Ottawa, Canadá.
En este contexto y para recordar el Día Internacional de la Mujer, así como las luchas históricas y permanentes de mujeres y movimientos feministas por la igualdad de derechos y la no discriminación, presentamos a continuación algunos datos sobre la violencia de género en Haití, Honduras y Nicaragua, así como propuestas para enfrentar esta problemática, desde las miradas, el trabajo y la trayectoria de mujeres activistas de estos 3 países, que fueron entrevistadas por integrantes del equipo de comunicación del proyecto.
¡Buena lectura!
La violencia contra las mujeres y las niñas en Haití se presenta de muchas formas: doméstica, sexual, física, psicológica, económica y verbal. Esta violencia se ejerce sobre casi todas las mujeres (mujeres rurales, de grandes ciudades, mujeres que saben leer, escribir y con discapacidades), pero hay grupos vulnerables que son más víctimas.
Según la Encuesta Mortalidad, Morbilidad y Utilización de Servicios (EMUS) de 2018, el 29 % de las mujeres y niñas de 15 a 49 años sufren violencia en Haití; y el 45% de las mujeres son abusadas por su esposo o pareja.
De acuerdo a la coordinadora de “Mujeres por la Libertad”, Stephanie Michel, en Haití, a pesar de los alegatos sobre la situación de violencia, y pese a que se han presentado anteproyectos de ley en el parlamento, hasta el momento no se ha promulgado ninguna ley específica contra la violencia sobre las mujeres y las niñas. El movimiento feminista solo cuenta con la ley sobre agresión sexual que fue aprobada por el Parlamento en 2005, así como la ley que prohíbe golpear a mujeres y niñas en sus cuerpos aprobada por el legislativo haitiano en 2001.
En 1981, el gobierno haitiano ratificó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en 1996, pero estos marcos legales siguen pendientes de cumplimiento.
La comuna de Saint-Michel de l’Attalaye, una de las localidades rurales de Haití donde la REPT desarrolla su investigación sobre violencia de género en las escuelas, se encuentra a 167,9 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe. Parte del camino que conduce a este lugar es de tierra, y se lleva casi 4 horas en el trayecto. En la comuna, hay 132 escuelas, incluidas 126 escuelas primarias o básicas y seis escuelas secundarias. El ochenta y siete por ciento (87%) de las escuelas son privadas, lo que es un obstáculo importante para la garantía del derecho a la educación en el país, además de la violencia y discriminación.
En 2015, la CLADE, en alianza con la REPT y Phantom Films, lanzó el documental “Dignité”, que aborda los desafíos de la educación nacional en un contexto de fuerte privatización educativa y falta de acceso gratuito a este derecho.
En el país se cuenta con leyes que protegen y claman el respeto a la mujer, entre ellas las siguientes:
1. Ley del Instituto Nacional de la Mujer (INAM)
2. Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer
3. Ley Contra la Violencia Doméstica
A pesar de la fuerte lucha por la defensa y el respeto a los derechos de la Mujer, según el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH), más de 314 mujeres fueron asesinadas en Honduras en 2021 y, según el Observatorio Nacional de la Violencia (ONV) del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, cada 27 horas con 33 minutos muere una mujer de manera homicida en Honduras (IUDPAS-UNAH, 2021).
En el 8 de marzo, el Foro Dakar Honduras, en el marco de su participación en el proyecto regional “Estrategias para prevenir la violencia sexual y de género y fomentar la equidad en las escuelas rurales”, resalta el arduo trabajo de la Licenciada Enma Mejía Sabonge, mujer valiente que ha dedicado parte de su vida a la defensa de los Derechos de la Mujer y a la lucha constante en temas de Género y defensa del Derecho Humano a la Educación.
En el Día Internacional de la Mujer, el Foro Dakar Honduras, en el marco de su participación en el proyecto regional “Estrategias para prevenir la violencia sexual y de género y fomentar la equidad en las escuelas rurales”, resalta el arduo trabajo de la Licenciada Enma Mejía Sabonge.
Datos de entrevista con la activista Integrante de la Red de Mujeres contra la Violencia, Evelyn Flores
A pesar de las últimas reformas en la Constitución Política de Nicaragua y la existencia de leyes que protegen a las mujeres, como la ley 779, entre el marco legal, los operadores de justicia y las instituciones estatales y acciones, existe una brecha significativa. En el país se está viviendo una coyuntura muy fuerte, en la que existe una centralización de poder y poca seguridad para la ciudadanía y a la vez múltiples crisis, en las que los niños, niñas, adolescentes y mujeres son más afectadas debido a su nivel de vulnerabilidad.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 736 millones de mujeres (una de cada tres), son víctimas de violencia física o sexual realizada por un compañero íntimo o agresiones sexuales perpetradas por otras personas, unas cifras que se han mantenido estables a lo largo del decenio más reciente.
Al día, el número de víctimas de violencia en Nicaragua supera las 66, y la cifra de femicidios en grado de frustración asciende a 100. Las mujeres nicaragüenses han tenido que ser resilientes y luchar por sus vidas todos los días. No hay un espacio seguro en el que las mujeres se puedan desarrollar, y solo una parte de ellas logra denunciar la violencia que sufre. A pesar de las leyes, no se protege la integridad y dignidad de las víctimas, y a nivel de ejemplo, cuando un profesor abusa de una estudiante, la familia de la víctima tiene que presentar muchas pruebas para que se reconozca al profesor como abusador, en lugar de apoyar y proteger a la niña. Si se confirma que el maestro es abusador, como respuesta, únicamente cambian al abusador de escuela, lo que le permite cometer nuevamente esos delitos y lo deja impune.
Superar la violencia de género: se requieren cambios desde la cultura y la educación
“¿Ya tienes novia en la escuelita?”, todas las personas en Nicaragua ya han escuchado esta expresión que le dicen a los niños. Desde que son infantes se crían a los niños con la idea de que deben ser coquetos, que deben decirles ¨piropos¨ a las niñas y mujeres en la calle, pero no se les dice que en realidad eso es acoso y violencia normalizada porque invaden el espacio y la privacidad de las niñas y mujeres.
De igual forma, es violencia de género cuando a las niñas solo se les permite jugar con muñecas y jugar a ¨la cocinita¨, usar faldas y ser sumisas, porque eso es lo que la sociedad ha construido desde hace mucho tiempo. Es violencia también, que a los niños no se les permita llorar en público porque ¨los verdaderos hombres no lloran¨, porque los hombres son fuertes y deben dedicarse a trabajar para el hogar, no pueden ser sensibles porque no es parte de su naturaleza…criar a los niños con estas ideas, es violencia.
La violencia basada en género también se manifiesta con acoso callejero, con micromachismos, y en palabras de la activista Integrante de la red de mujeres contra la violencia, Evelyn Flores, estos comportamientos y conductas no deben celebrarse porque son expresiones de violencia determinadas por las relaciones de poder de los hombres hacia las mujeres, que se producen como violencia física, psicológica, sexual, económica y emocional.
Una de las expresiones más graves de violencia, es la conducta normalizada de hombres adultos que buscan una relación amorosa con adolescentes y jóvenes, quienes son vulnerables a ceder por algún tipo de amenaza y violencia ejercida por el adulto que goza de poder y por ello abusa del mismo. Las niñas, adolescentes y jóvenes deben ser protegidas de este tipo de abusadores.
La violencia basada en género sucede independientemente de si existe o no un vínculo entre el victimario y la víctima. La violencia también está presente en sitios de trabajo, en las calles, en las iglesias, en la familia, en las escuelas y universidades.
Gracias a los esfuerzos de las mujeres feministas, con el pasar de los años, las mujeres se han empoderado y muchas cosas del pasado han cambiado, antes los hombres eran los dueños de tierras en las zonas rurales, ahora hay mujeres productoras y dueñas de sus tierras; antes era muy común que los hombres fuesen los titulares de las casas y las herencias, ahora hay más mujeres siendo incluidas, hay más mujeres tomando responsabilidades.
Sin embargo, para Flores, aún se necesita un trabajo armónico entre hombres y mujeres para la construcción de una sociedad más justa y democrática, en la que los hombres y las mujeres puedan vivir en paz. Asimismo, en medida que hay democracia e institucionalidad se puede combatir la violencia de género de forma más efectiva, ya que, esto permite a las mujeres y niñas gozar de sus derechos.
Se requiere una educación desde el enfoque de derechos humanos, en la que se les enseñe a las personas que los hombres y mujeres tienen los mismos derechos y capacidades, y se debe construir una educación formal e informal más sana, más humanista y facilitadora de un futuro más próspero en Nicaragua.
Los cambios culturales también son importantes, pues los hombres y mujeres deben tener control de su sexualidad: la responsabilidad de planificar el futuro como familia debe ser de hombres y mujeres, la carga no tiene que ser solo de la mujer. En ese sentido, los derechos sexuales y reproductivos deben ser parte de las nuevas formaciones.
Aldania Serrano, Anayancy Ramirez, Fabíola Munhoz, Leronel Leonardy: | producción de texto |
Carolina Osorio: | revisión y montaje |
Fabíola Munhoz: | edición de texto y coordinación editorial |
Thais Iervolino: | edición final |