Parlamentarias/os, estudiantes y activistas discuten desafíos y propuestas para la realización de una secundaria garante de derechos

1 de diciembre de 2015

En debate durante el II Encuentro de la Red Mixta de Parlamentarios/as y Sociedad Civil por el Derecho a la Educación en América Latina y el Caribe, plantearon los impactos nocivos de este tipo de prueba, como la segregación y la estigmatización de estudiantes y escuelas, y propusieron que se desarrollen formas de evaluación alternativas con miras a una educación transformadora

En el marco del II Encuentro de la Red Mixta de Parlamentarios/as y Sociedad Civil por el Derecho a la Educación en América Latina y el Caribe, que se realizó del 30 de noviembre al 1º de diciembre en São Paulo, Brasil, iniciativa de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), en alianza con la Campaña Nacional por el Derecho a la Educación de Brasil, se discutieron los impactos de la aplicación de las pruebas estandarizadas en la realización del derecho humano a la educación.

Participaron de este debate: Oscar Palomino, representante de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador, Sebastián Sabini, diputado nacional en Uruguay, y Gonzalo Oyarzún, investigador y vocero de la Campaña “Alto al SIMCE” de Chile, con Aminta Navarro, del Foro Dakar Honduras, como moderadora.

En su intervención, Oyarzún compartió la experiencia del movimiento “Alto al SIMCE”, que nació a mediados de 2013 como una iniciativa de organizaciones de estudiantes, apoderadas/os, profesoras/es y académicas/os de distintas instituciones y ciudades de Chile, unidas/os en rechazo a los efectos de este sistema nacional de medición de la calidad de la educación, que consiste en una prueba aplicada en octubre a las y los estudiantes de segundo, cuarto y octavo básicos, así como del segundo medio del país.

El movimiento “Alto al SIMCE” considera que esta medición estandarizada no garantiza la mejoría de la calidad educativa,  reproduce la segregación social y la presencia del mercado en la educación, y promueve la competencia entre los centros educativos y el agobio de las y los docentes. Propone también reemplazar la prueba por un sistema que se haga cargo de las realidades locales y confíe a las y los maestras/os este proceso de evaluación. “Otro efecto negativo del SIMCE ha sido la reducción del contenido curricular, pues se han substituido horas de disciplinas como historia y artes por clases de preparación para la prueba, que solo enfatiza la lectoescritura y matemática”, dijo. En esa ocasión, también se presentó un video con más informaciones sobre las demandas del movimiento y sus propuestas [míralo aquí].

Oscar Palomino, de la Federación de Estudiantes Secundarios de Ecuador, compartió desafíos de la lucha del movimiento estudiantil de ese país por una educación pública y gratuita, especialmente la represión del Estado, y mencionó que una de sus principales reivindicaciones es la extinción de los exámenes para ingreso a la universidad. “Hoy las personas que están en la universidad vienen de escuelas particulares o de las públicas que tienen más infraestructura. El Estado le da hoy a la educación un carácter mercantilista y solamente estudiantes que tienen más recursos pueden elegir su carrera y el lugar donde quieren estudiar. A los bachilleres que no entran a la universidad resta entrar en los tecnológicos para que sean mano de obra barata”, afirmó.

En su ponencia, el diputado Sebastián Sabini recordó  la  constante tensión entre la educación como derecho humano y la educación como mercancía, especialmente en la secundaria. “Estas pruebas estandarizadas no tienen el objetivo de mejorar la educación, sino evaluar la calidad de la educación según las exigencias del mercado”.

Según Sabini, este tipo de evaluación es limitada, pues mide un momento determinado y no los procesos individuales, comparando culturas locales que son muy diversas y generando la estigmatización de los centros educativos, docentes y estudiantes. Defendió que la educación debe ser holística, integral y promover la ciudadanía y la enseñanza del arte. “Hay que contextualizar estas pruebas estandarizadas y explicar su verdadera dimensión, además de buscar alternativas de evaluación”, concluyó.


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