Gabriela Arrunátegui
Asesora de Programas de la CLADE
Un balance de los aprendizajes y lecciones en del proyecto “Estrategias para prevenir la violencia sexual y de género y fomentar la equidad en las escuelas rurales” ejecutado en Haití, Honduras y Nicaragua entre 2021 y 2023.
Luego de tres años (2021-2023), el proyecto “Estrategias para prevenir la violencia sexual y de género y fomentar la equidad en las escuelas rurales” cierra una etapa y cumple su objetivo de contribuir al fortalecimiento de la igualdad de género, la prevención y superación de la violencia basada en género (VBG) en las escuelas rurales de Haití, Honduras y Nicaragua.
La iniciativa fue coordinada por la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), en alianza con Alternatives (Canadá) y en los países con Foro Dakar Honduras, Reagrupación para Todas y Todos de Haití junto al Foro de Educación y la Coalición Nicaragüense por la Educación. Todo ello fue posible gracias al apoyo y la subvención concedida por el Intercambio de Conocimiento e Innovación (KIX) de la Alianza Global para la Educación (GPE) y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), Ottawa, Canadá.
El proyecto se ha destacado por la centralidad del componente de Investigación Acción Participativa (IAP), posibilitando la generación, difusión de datos empíricos y estrategias de prevención de la VBG en co-creación con las comunidades educativas rurales. De manera integral, el proyecto aporta al desarrollo y difusión de materiales, prácticas y políticas públicas que abordan de manera efectiva los contextos de violencia escolar.
El estudio “El derecho humano a una educación libre de VBG”, basado en las experiencias y testimonios de estudiantes, familias, docentes y liderazgos comunitarios, revela la difícil situación de VBG que se vive en las escuelas rurales de Haití, Honduras y Nicaragua. Se llevó a cabo una encuesta autoadministrada a estudiantes de 13 a 17 años en escuelas rurales. En Haití, se realizaron 91 encuestas en Plaisance y Saint-Michel, donde el 61.54% se identificaban como mujeres y el 36.26% como hombres, 2.2% proporcionaron una respuesta diferente. La edad promedio de participantes es de 15 años. En Honduras, participaron en la encuesta un total de 298 adolescentes con una edad promedio de 14 años, (272 de Ojojona y 26 de San Ignacio), en la cual 55% se identifica con identidad femenina y el 45% como masculina. En Nicaragua, se aplicaron 75 encuestas a estudiantes de La Chata, San Francisco y Slilmalila. De ese subtotal, el 61% se identifica como femenino y el 39% como masculino, teniendo una edad promedio de 14 años para las tres comunidades que participaron del estudio.
La investigación identificó roles y estereotipos de género profundamente arraigados en la comunidad educativa, sirviendo como base para la VBG. En Haití, los padres y madres demandan actividades diferenciadas para niñas y niños, con la creencia de que un hombre debe cumplir el mandato social de ser proveedor y protector. En Nicaragua, de 100 estudiantes que participaron en la encuesta, el 36% considera que se perpetúan los estereotipos de género en la escuela, asociando la pereza con los hombres y atribuyendo a las mujeres la propagación de rumores o la tendencia a ser más calladas y restringirse de la vida pública. En Honduras, las madres expresan que educar a un varón es más difícil, ya que lo vinculan a riesgos como el consumo de sustancias psicoactivas; afirman que, a medida que crecen, los varones tienden a volverse más agresivos y violentos.
La interrupción de la trayectoria educativa es consecuencia de los embarazos adolescentes y por lo tanto de la violencia sexual, las propuestas y apoyos en los ámbitos social, familiar y educativo son deficientes en la protección de sus derechos y proyectos de vida.
Alerta sobre la violencia sexual y acoso en espacios educativos
Con relación a la violencia sexual, de 170 estudiantes que participaron en la encuesta, el 30% de estudiantes de Haití respondieron que alguna vez han sido víctimas de abuso sexual, expresan que han tocado sus cuerpos en la escuela o camino a la escuela, mientras que en Nicaragua y Honduras el porcentaje es del 6%. Específicamente en Haití, cuando se pregunta a las y los adolescentes sobre conductas sexualmente explícitas, se obtuvieron 31 respuestas vinculadas a levantar la falda de una compañera, 14 sobre bajar los pantalones de un compañero, 48 relacionadas con encerrar a alguien en el baño y 43 con tocamientos. Estos datos revelan la presencia alarmante de conductas sexualmente explícitas entre adolescentes en Haití, evidenciando una preocupante normalización o encubrimiento de estas prácticas de VBG. Cuando se indaga específicamente acerca de quiénes han tocado el cuerpo de las estudiantes, los compañeros de clase y de otros cursos ocupan el primer lugar de referencia.
Cuando nos adentramos en el tema de la violencia sexual en los tres países, resulta inevitable abordar la cuestión del embarazo en niñas y adolescentes mujeres en las escuelas en las cuales el silencio se erige como norma predominante. Cuando se pregunta ¿Quién se identifica como padre de hijas o hijos resultado de embarazos en niñas o adolescentes? las respuestas revelan 97 casos con personas desconocidas, 119 con el novio o enamorado (pareja), 37 con parientes, 32 con compañeros de estudio y 13 con docentes. Las cifras evidencian contextos de violencia sexual y, por ende, violación, la cual está penada en los tres países. Del mismo modo que, en el caso docente, de prácticas sexuales abusivas al existir obligación de cuidado, protección y manifiestas relaciones de poder agravada en lazos parentales que constituye un delito.
En todos los países, se conoce más de un caso de violencia sexual, siendo especialmente relevante el 16.75% en Haití. En Honduras, al menos el 20% de las respuestas indican conocimiento de al menos un caso, con un promedio del 8% que afirma conocer más de uno. La interrupción de la trayectoria educativa es consecuencia de los embarazos adolescentes y por lo tanto de la violencia sexual, las propuestas y apoyos en los ámbitos social, familiar y educativo son deficientes en la protección de sus derechos y proyectos de vida. Esta falta de atención comunitaria expone a las adolescentes a vulneraciones en su condición de sujetos de derechos, así como de maternidad forzada.
El acoso escolar o bullying también es una expresión de violencia presente en las escuelas. En Honduras, los espacios más inseguros son los baños, así como la hora del recreo. Tanto en San Ignacio como en Ojojona, la discriminación basada en el aspecto físico es notable, afectando al 67.74% y al 66.35% del estudiantado, respectivamente. Esto representa un dato significativo, considerando que el total de estudiantes que participaron de las encuestas fue de 350. Es decir, aproximadamente 7 de cada 10 estudiantes en ambas localidades informaron haber experimentado algún grado de discriminación relacionada con su apariencia física. En Nicaragua, un 30% de las niñas que han presenciado o han sido víctima de acoso escolar permanecen silenciadas, lo que puede estar relacionado al miedo y a la naturalización de la violencia en las escuelas. Estos resultados subrayan la necesidad de un abordaje integral de manera urgente en los entornos educativos de estas comunidades.
La participación activa de las familias reconoce y aborda la existencia de estas violencias, promoviendo un ambiente escolar más seguro y respetuoso, esta iniciativa evita la normalización de situaciones violentas, especialmente perjudiciales para niñas y adolescentes.
Las estrategias de prevención de violencia en escuelas rurales
Algunos de los hallazgos del Informe Regional que han servido para elaborar estrategias de prevención de la VBG pertinentes a las necesidades de las comunidades educativas rurales, y adicionalmente han permitido que los gobiernos de Haití, Honduras y Nicaragua cuenten con información actualizada para la toma de decisiones con relación a las políticas públicas. A continuación, les presentamos compartimos algunos de los logros:
El estudiantado reconoce situaciones de VBG en el entorno escolar. Al inicio del proyecto, muchos/as de las y los estudiantes no estaban plenamente conscientes de las complejas implicaciones de la VBG que ocurría en su entorno escolar. Durante el proceso de encuestas y talleres realizados como parte del proyecto, las y los estudiantes se sorprendieron al descubrir la profundidad y diversidad de comportamientos violentos, particularmente relacionados con el bullying o acoso y la violencia sexual. Las encuestas de percepción las y los ayudó a cuestionarse sobre términos como “bullying” y a identificar comportamientos anteriormente pasados por alto, tal como se muestra en los siguientes testimonios:
“Antes de esto, no reconocía el impacto real de la violencia que ocurría entre nosotros. Ahora comprendo cómo las palabras y acciones pueden lastimar a otros. Nos hace pensar en cómo tratamos a nuestros compañeros y compañeras” (estudiante de Haití).
“Gracias a este proyecto he aprendido a evitar la violencia de género y el acoso; yo he dejado de hacerlo y he ayudado a mis compañeros a que tampoco lo hagan” (estudiante de Honduras).
Iniciativas de inversión en espacios seguros dentro de la escuela.
En Honduras, tras identificar problemas de violencia física y acoso escolar en los baños, el gobierno local de Ojojona invirtió en la instalación de sistemas de agua directamente en la escuela, lo cual mejoró las condiciones sanitarias e higiénicas, abordando la violencia y el acoso. Cabe destacar que, al carecer de agua potable en los baños, los y las estudiantes se veían obligados a salir y buscar agua en otras partes distantes del colegio. Por su parte, docentes y familias instalaron en los baños dispositivos de seguridad, como pestillos, con el propósito de proporcionar mayor protección y tranquilidad al estudiantado. Este logro es resultado directo del trabajo de sensibilización realizado por el equipo nacional de Honduras, resaltando la importancia de identificar y mejorar los lugares en los cuales los y las estudiantes estaban en riesgo debido a la falta de infraestructura adecuada.
En Nicaragua, docentes y familias han llevado a cabo un cambio significativo al establecer espacios de vigilancia en áreas identificadas por el informe regional del proyecto como propensas a la violencia (caminos hacia la escuela, baños y patio de recreo). Este enfoque busca prevenir la violencia física, sexual y el bullying en el entorno escolar, creando un ambiente seguro para las y los estudiantes. La participación activa de las familias reconoce y aborda la existencia de estas violencias, promoviendo un ambiente escolar más seguro y respetuoso, esta iniciativa evita la normalización de situaciones violentas, especialmente perjudiciales para niñas y adolescentes. Al involucrar a las familias en la prevención de la violencia de género, se trabaja promoviendo la inclusión de todos los grupos en el entorno educativo, procurando la eliminación de prácticas discriminatorias y violentas que perpetúan la desigualdad de género.
También, en Nicaragua, el equipo nacional y las mujeres lideresas lograron gestionar la contratación de personal de seguridad en una de las escuelas seleccionadas en Silmalila, en coordinación con el Ministerio de Educación. A pesar de las limitaciones políticas, las familias demuestran una mayor actividad y vigilancia para la prevención de la VBG.
Articulación para la prevención de la violencia
En Nicaragua, frente a la situación de embarazos en niñas y adolescentes, se gestionó con el Ministerio de Salud la instalación de un puesto médico, con personal médico presente dos veces por semana y atención diaria de enfermería, acompañando algunas estrategias de prevención en el entorno escolar, así como la atención primaria desde el enfoque sanitario.
En Haití, las lideresas de la Asociación de Mujeres Haitianas (SOFA) pertenecientes a las zonas de intervención, han interiorizado discursos y prácticas a favor de la prevención de la violencia sexual y de género en el espacio escolar, lo que las ha convertido en actores clave para incidir en el gobierno municipal, al mismo tiempo de dar la sostenibilidad al proyecto. La coordinadora de SOFA señala lo siguiente:
“[El proyecto] es una buena experiencia en la pudimos enseñar a los niños a no esconderse de la violencia cuando son víctimas de esta, y que sepan lo que pasa en casa, en su escuela y en su vida. Esta es una experiencia que debe continuar y a nivel de varias escuelas del país. En mi opinión, el mayor desafío es hacer cumplir las normas en el sistema educativo para garantizar que los niños sean víctimas de violencia sexual y de género” (Coordinadora de SOFA, Haití).
En Nicaragua, las lideresas comunitarias identifican situaciones de VBG en la escuela, y dentro de sus hogares. Además, cuentan con herramientas para articular pedidos a los gobiernos locales.
“En nuestra comunidad, logramos un cambio importante al crear espacios de vigilancia en áreas identificadas como propensas a la violencia, como caminos hacia la escuela, baños y el patio de recreo. Buscamos prevenir la violencia física, sexual y el bullying en el entorno escolar, generando así un ambiente seguro para todos los estudiantes. Al abordar activamente estas violencias, hemos promovido un entorno escolar más seguro y respetuoso.” (lideresa comunitaria de Nicaragua).
Se mantiene el compromiso con las comunidades buscando extender el enfoque a toda la región, con una contextualización permanente que integre un enfoque interseccional y territorial.
Creación de alianzas subnacionales y regionales
La CLADE y sus equipos nacionales organizaron el encuentro denominado #Porunavidadigna: Promover el derecho humano a la educación a través de la prevención de las violencias de género. con la colaboración de la Oficina Multipaís de la UNESCO en San José, para Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá.
En este espacio de intercambio, se movilizaron conocimientos y experiencias clave para promover el derecho humano a la educación y prevenir las violencias de género en las escuelas rurales de la subregión. La reunión convocada en Tegucigalpa, Honduras (marzo de 2023), contó con la participación de diversos actores clave, entre ellos tomadores de decisiones de instituciones como la Secretaría de Educación, la Secretaría de la Mujer de Honduras, el Centro de Estudios de la Comunidad de Centroamérica (CECC SICA) y el Parlamento Centroamericano (PARLACEN). Además, se sumaron representantes de la cooperación internacional como UNICEF. Las asociaciones civiles también desempeñaron un papel fundamental, con la presencia del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM) y la Red de Educación Agrícola. El ámbito académico estuvo representado por universidades hondureñas, entre las que se incluye la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM).
Con el objetivo de generar un diálogo político promoviendo avances en torno a una política subregional para la prevención de la VBG en las escuelas rurales, se convocaron autoridades gubernamentales de Honduras, Haití, y organizaciones de sociedad civil en Nicaragua, así como con autoridades internacionales. La CLADE, junto a los equipos nacionales de Haití, Honduras y Nicaragua organizaron el Foro Regional virtual “Diálogo político: Estrategias para prevenir la violencia sexual y de género y fomentar la equidad en las escuelas rurales” en el marco del encuentro regional “Aquí pasan cosas: educación y género transformando la historia” de la CLADE.
Si bien cierra una fase, el proyecto sienta las bases para un futuro promisorio. La CLADE mantiene el interés y compromiso en seguir investigando y mejorando las herramientas de prevención, así como sumar esfuerzos para ampliar la incidencia a nivel regional y global, haciendo un llamado a tomar el sueño común de escuelas libres de violencia que garanticen el derecho humano a la educación. Este proyecto ha sembrado semillas de cambio, y con cada nueva fase, se cultiva un entorno educativo más seguro y equitativo para todas y todos.
Reflexión final
¿Qué se necesita para prevenir la violencia de género en el entorno escolar? Desde la CLADE, se centraba la reflexión en esta pregunta que reconocemos como ambiciosa, compleja e indispensable. En lugar de optar por enfoques convencionales o talleres tradicionales en las comunidades, se abrazó una perspectiva integral: la metodología de la IAP con un fuerte enfoque de género.
Aunque esta metodología ha sido desarrollada desde el siglo pasado, la adaptación específica para la prevención de la VBG fue uno de los ejes de mayor cuidado durante la implementación del proyecto. A pesar de sus desafíos, este enfoque es valorado por su poder de transformar las concepciones sobre la violencia de género y desnaturalizarla. Desde el inicio con las comunidades rurales, se involucraron la mayor cantidad de actores posibles, desde el personal directivo, estudiantado y mujeres líderes comunitarias.
Este proyecto liderado por la CLADE y su membresía en los países fue un esfuerzo conjunto de toda la comunidad educativa, ya que cada quien se convirtió en investigadores e investigadoras sobre la acción y la práctica cotidiana. Una acción con un propósito que otorga sostenibilidad a un proyecto como este, obliga a reconocer las violencias que se viven en los entornos educativos y comunitarios.
La iniciativa no concluye aquí. Desde la CLADE se mantiene el compromiso con las comunidades buscando extender el enfoque a toda la región, con una contextualización permanente que integre un enfoque interseccional y territorial, ya que la búsqueda de la transformación profunda, no violenta y sostenible es la meta.