Educar para transformar el mundo: una conversación con la maestra Sílvia Ester Orrú
2 de septiembre de 2021
Por: Nayani Real
En coletanea desarrollada con colegas de otros países, la educadora brasileña destaca que la educación es fundamental para fortalecer el respeto por los derechos humanos
Escritora del e-book ‘’Educar para transformar el mundo – innovación y diferencia para una educación de todos y para todos’’, Sílvia Ester Orrú conversó con la CLADE sobre el tema.
En la entrevista, la educadora destacó que una educación transformadora debe inspirar y expirar la diferencia y las libertades de ser y estar en el mundo, como el mundo y como los otros valores humanos fundamentales e innegociables. Y dentro de eso, comprender la diferencia como un atributo, una calidad propia de la especie humana.
“Una educación rellena de amorosidad y respeto para todas las personas, sin discriminación por raza, color, etnia, religión, género, sexo, condición social-económica o singularidades que constituyen el cuerpo físico o psíquico de las personas”, explica.
Brasil, Chile, Espanha, Itália y Portugal: un sólo compromiso
La brasileña cuenta que, como investigadora en el área de los derechos humanos y de la educación inclusiva, siempre se ha armado de lecturas del contexto nacional e internacional acerca de la temática. Incluyendo las metodologías innovadoras para un aprendizaje placentero y enfocado en el principio democratico. Desde ahí, Orrú decidió hablar con sus colegas de otros países y proponer la publicación del material.
En aquél momento, recuerda, que ella contaba con el recurso del CNPq (Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico en Brasil), que aún era concedido por el gobierno de la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Asimismo, las temáticas de los capítulos del libro mencionado acompañan a sus estudios y pesquisas, sus orientaciones de trabajos académicos en la graduación, la maestría y el doctorado. Colegas de Sílvia, también autores de capítulos en dicho libro, son grandes y renombrados estudiosos sobre el tema.
“Lo que nos une y moviliza es el compromiso y la inquietud de querer transformar el mundo a través de la educación libertadora, así como decía el querido Paulo Freire, patrono de la educación brasileña”, dice.
Para Sílvia, es imposible ofrecer una educación inclusiva, libertaria y democrática si el aprendiz no tiene libertad de expresarse y enfocarse en lo que más le interesa.
La educación transformadora debe ser esencialmente inclusiva
“La educación que transforma el mundo en un lugar mejor para vivir se constituye en la coexistencia de la diferencia y de la libertad como principios base de todo su proyecto de acción pedagógica”, dice Sílvia.
Sin libertad o respeto a las diferencias, la maestra cree que no hay inclusión en la escuela, la universidad, y mucho menos en la sociedad. La sociedad tiene como pilar fundamental el sistema patriarcal y capitalista, y ambos aniquilan la legítima identidad de su multiplicidad y pluralidad. “Esos principios destrozan a las personas que no se encuadran en la norma social más promovida que es ser blanco, hombre, heterosexual, adulto, como si eso fuera lo normal”, enfatiza.
Estos sistemas aumentan las desigualdades sociales y aumentan el abismo del distanciamiento social, en lo cual aquellos que no son capaces de superar las barreras impuestas son empujados al margen. Sílvia Orrú analiza que esas personas se convierten en indeseables e invisibles de la sociedad.
“Solamente la íntima relación entre diferencia y libertad de ser y estar en el mundo, entre democracia e inclusión, puede, por la Educación como acción libertaria, deconstruir y destruir esa cultura terrible de oprimir y excluir a las personas por sus diferencias. Esa transformación social viene y siempre vendrá por la educación de los niños y las niñas. Sólo así podrán tornarse adultos mejores que sus antepasados. ¡El porvenir en el ahora y en el mañana tiene que ser mejor!”, destaca.
Educar para transformar el mundo: la acogida de la diversidad en las escuelas
La maestra aporta que el discurso de que necesitamos respetar a todas las personas no es suficiente. En las familias, las escuelas, las universidades, las iglesias, los medios de comunicación, nosotros necesitamos vivir el respeto hacia los demás.
Por eso, explica, acoger la diversidad y la diferencia nos permite aprender a convivir con las singularidades, pluralidades y multiplicidades de cada una de las personas. Los niños y niñas con una educación enfocada en el respeto y en la aceptación de las diferencias humanas no se ven en la posición de tolerar la diferencia, como si fuera algo decidido por ellos y ellas, argumenta la autora. “En realidad, lo que entienden es que no es el otro quien es diferente de sí, sino que todos somos diferentes unos de los otros.”
Sílvia Orrú también destaca el desafío de formar docentes para impulsar y preparar a esas y esos profesionales para la oferta de una educación inclusiva y transformadora, en una sociedad tan excluyente.
“Nosotros, maestros de universidades, que nacimos en el siglo XX y también formados y entrenados por métodos conservadores y tradicionales de aprendizaje. ¿Cómo podemos promover una educación libertadora e inclusiva si todavía nos adherimos a métodos fundamentados en la memorización, la repetición y la fijación de contenidos, en la mayor parte de las veces, fragmentados y sin sentido para los aprendices de la educación básica?”, argumenta.
Muchos maestros universitarios que trabajan en cursos de licenciatura aún perpetúan dicho método y evaluación. “Entonces el futuro maestro es moldeado así, desde su tiempo de escuela hasta la graduación. Cuándo llega a la escuela como profesional, aunque haya sido instruido sobre educación inclusiva y derechos humanos en la facultad, se pierde y no sabe cómo hacer para cambiar ese sistema excluyente desde su esencia”, explica.
Orrú cree que someter a los niños y niñas a algo que llamó el “’brutal robo de su niñez” debido a las horas y horas de depósito de contenidos en el asiento de la escuela es seguir en la dirección contraria. “La infancia es sometida a memorizar en sus casas los contenidos para dar cuenta a los procesos inflexibles de evaluación, en el cual el éxtasis es el alto rendimiento”, finaliza.
Para la formación de profesionales con una base inclusiva, analiza, es necesario que las universidades comprendan también su propia necesidad de cambiar. “Es necesario que analicen, desde la diferencia, los métodos de compartir saberes y las maneras de evaluar el proceso de aprendizaje que formarán los maestros. Esas libertades de ser y estar en el mundo como valores humanos sostienen la profesionalización que, más adelante, transformará nuestra sociedad en un lugar mejor para todas las personas.”
Las afectividades, el arte y la cultura a partir de la educación y en la educación
Nuestra cultura no se resume y no se debe resumir en formar niños y niñas para transformarse en profesionales que tendrán éxito en el futuro. Formarlas para ‘’estarbien en la vida’’ e ignorar a tanta gente que no tiene comida, agua, una casa, una remuneración o una vida con dignidad.
Una cultura controladora y que promueve horrores contra la humanidad necesita ser deconstruida, al mismo tiempo que construímos una cultura intercultural. La autora refuerza que la diferencia debe ser la base de apoyo para otro tipo de vida en sociedad.
Así la afectividad y el arte, desde su perspectiva, son plenamente necesarias, actuando como fuerzas motrices para alimentar ese proceso.
“Brindar la oportunidad de tener contacto con el arte y hacer arte, reinventar lo nuevo a partir de su singularidad es experimentarla llena de los afectos que nos constituyen, que nos movilizan y por los tantos afectos de aquellos con quienes convivimos, y que también nos afectan”, argumenta.
Educar en la interculturalidad es afectar y ser afectado todo el tiempo. Sílvia destaca que ese proceso es urgente. Reconocer el arte que nos constituye y que constituimos también nos exige el respeto a las diferentes culturas y el entendimiento sobre los procesos de lucha, resistencias y reexistencias a los intentos de silenciamiento, control y supresión de las diferentes voces sociales por los icónos y defensores de prácticas perversamente fascistas en la contemporaneidad.
“Asambleas como método pedagógico: educar para vivir la democracia y transformar el mundo”
El artículo de Sílvia en el libro destaca la importancia de educar para la democracia y para la ciudadanía, y cómo ofrecerlo en el actual sistema educacional. Ella dice que su propia formación ha pasado en esa sociedad y educación basadas en los principios del patriarcado y el capitalismo.
“Como lo son las mujeres de manera general, yo también fui educada para obedecer las reglas sociales que educan a las mujeres para que se conviertan en buenas cuidadoras de la casa, para que sean sumisas a sus esposos, para que escuchen primero a los hombres, para que entren en competencia con otras mujeres, para que se conformen con sus empleos y remuneraciones bajas, para que oculten lo que les da placer, para que miren a sus cuerpos cómo promotores de pecados, para que aguanten dolores del parto sin reclamar, para que trabajen sin pensar en los motivos de las crisis, para que, entre los diferentes males, acepten el ‘mal menor’, para que se silencien para evitar conflictos y así sucesivamente… Es muy difícil salir de ese ciclo de órdenes y destinos sociales después de adultas”, cuenta.
“Educar en la y para la ciudadanía es promover la educación como acción libertadora. Y las asambleas como método pedagógico brindan la oportunidad para experimentar y estar preparado para vivir la ciudadanía dentro de los sublimes valores de la democracia.” El sentido del sistema democratico, dice, no tiene que ver con que la mayoría decida algo que le quite la oportunidad de una vida digna a la minoría.
Si los niños y las niñas tuvieran la oportunidad de protagonizar sus propias historias y resignificar los tantos significados ya dados en la sociedad, sus vidas podrían tener rumbos diferentes, cree la maestra. “Ellos lucharán por eso.” Por ello, deben ser educadas/os para tornarse personass libres y libertarias, que conozcan a sus opresores y que den los brazos para que la diferencia y el derecho de ser quienes son no sean ultrajados por nadie.
Sobre el contexto de la pandemia del COVID-19, Sílvia destaca la percepción de que somos pequeños frente a la inmensidad de la vida.
“La naturaleza sigue su curso en cuanto miramos que nuestra especie está muriendo a millares, en cuestión de días, por la acción de un microorganismo. Lo que es evidente no es el horror del virus, sino el terror de lo que el patriarcalismo y el salvajismo del capitalismo que llega a la barbárie”, aporta, mencionando a millares de niñas y mujeres que están sufriendo aún más violencia doméstica y sexual por tener que vivir en clausuradas bajo el mismo techo que sus agresores.
“Al mismo tiempo, también podemos ver el coraje y la solidaridad de otros tantos en la lucha por la supervivencia frente a esa situación que los humanos gananciosos nos hemor puesto. La Tierra es nuestra Casa Común, como nos dice Leonardo Boff”, añade.
Para la maestra, la gran cuestión es: ¿qué vida en la Tierra y legado social queremos dejar para las próximas generaciones?
En ese sentido, ella insiste: solamente una educación amorosa, generosa, solidaria, respetuosa de las diferencias, nos puede libertar de nuestra compulsión y ganancia de querer tener más, para abrigarnos en las alas de la libertad de ser más humanos. “Esa es la educación que siempre va a transformar al mundo en un lugar mejor para todas las personas”, finaliza.