En el marco de la campaña “Junio por la Educación y el Cuidado en la primera infancia”, se realizó el 29 de junio una live en Instagram, donde se lanzó la publicación “Sistematización de Experiencias de Atención y Educación en la Primera Infancia en América Latina y el Caribe en el Marco de la Emergencia Causada por la Pandemia del COVID-19”. La entrevistada fue una de las coordinadoras del estudio, Desirée López de Maturana, coordinadora regional de la Organización Mundial de Educación Preescolar (OMEP) Latinoamérica.
A continuación compartimos algunas de las ideas que se destacaron en este diálogo.
La publicación aborda experiencias de Bolivia y Uruguay: ¿por qué estos países y experiencias?
La idea era analizar dos países de una misma región que son muy distintos, verificando sus respuestas ante una situación común: la pandemia COVID-19. La pandemia desnudó, para ambos los contextos, precariedades que ya venían desde antes, frente a las cuales hubo reacciones diferentes en cada país, de acuerdo a andamiajes preexistentes.
Bolivia y Uruguay son países con realidades políticas, de población y gobernanza distintas. Bolivia tiene un Estado plurinacional, con pluralismo político, jurídico, cultural, lingüístico, con un alto porcentaje de población indígena, lo que lo hace muy particular. Este país tiene una forma más comunitaria de abordar la crisis, lo que hizo posible generar propuestas comunitarias alternativas de trabajo educativo, como un soporte fundamental.
Uruguay, a su vez, desde el 2007, contaba con una red de conectividad, a través del plan Ceibal. Por este plan, casi el 100% de las escuelas del país tiene conexión a Internet, así como algunas plazas y sectores y espacios públicos. El sistema, entonces, facilitaba las respuestas, así como una herencia progresista del país, en términos de gobernanza sistémica, articulada, donde la sociedad se suma y participa. Sin embargo, con el cambio de gobierno en el país, ya hubo retrocesos y empezaron a reducir ciertos presupuestos.
Aprendizajes comunes que se pueden sacar de las experiencias
Es posible reconocer que ninguna respuesta educativa se hace sola, sino que requiere de un sistema, de articulación, de cómo se aborda el sistema del Estado. Fue fundamental el soporte afectivo, el sostener una relación socioafectiva, a partir del vínculo de las escuelas con las familias, usando soportes de conectividad, en el caso de Uruguay por ejemplo. Se valoran la creatividad y todo lo que surgió desde el personal educativo, que buscó distintas maneras de seguir educando, pese a la pandemia: a través de cápsulas, boletines, revistas, videos, etc.
Se resalta, así mismo, la necesaria articulación entre la educación y otros campos de las políticas públicas: la salud, la alimentación, la protección social. Las familias no pueden estar disponibles si no tienen otros temas sociales resueltos: formalidad de empleo, bonos para mantenerse en casa, etc.
En el caso de Bolivia, se resaltó como un valor la cosmovisión al servicio de los niños y niñas desde un rasgo cultural identitario muy potente, que ponía al ser, al saber hacer y al saber decidir como dimensiones de la formación de una ciudadanía crítica desde la primera infancia. En este país, también fue central la alianza con la Universidad de El Alto, por la cual estudiantes de la carrera de educación parvularia asistían a las casas y buscaban soluciones para seguir educando, en diálogo con las familias de contextos rurales y sin Internet, desarrollando actividades en lugares abiertos, en contacto con la naturaleza. La posibilidad de estar al aire libre tenía sentido desde una cultura que valora la relación con la naturaleza.
Se necesitan Estados fuertes, políticas intersectoriales y financiamiento
Las experiencias demostraron que es fundamental el apoyo del Estado a las familias y a educadores y educadoras para que puedan desarrollar y fortalecer buenas prácticas. En Bolivia, por ejemplo, se introdujo un bono a las familias, para mantenerlas en sus hogares de manera que pudieran participar en ese proceso educativo de sus hijas e hijos. Como resultado, hoy las familias están más atentas, con más información, más participación en los procesos educativos. Las radios fueron muy usadas en este país para mantener el vínculo con las familias y mandarles mensajes constantemente.
La fortaleza del contexto de Uruguay son sus políticas intersectoriales, es el abordar la cuestión educativa en un contexto de protección social, salud y otros derechos que estén a altura. No podemos resolver el tema educativo sin vinculación con otros organismos y campos. Las comunidades educativas de Bolivia hicieron mucho esfuerzo porque trabajan en comunidad, pero eso no debe precarizarse y los programas alternativos deben ser más sólidos, tener financiamiento para que alcancen más gente. Se requieren políticas públicas intersectoriales que involucren diferentes actores y no dejen la responsabilidad solo en las manos de las familias.
Hay temas y derechos que se cruzan con la educación: conectividad, precaridad laboral, protección social, salud. Este es un desafío de los Estados y que la crisis dejó en evidencia: abordar los derechos de manera fragmentada no sirve, pues así no se conoce el panorama completo y no están los recursos para abordar los temas de manera sistémica. El sistema permite que las prácticas lleguen a más personas, valorizando las diversidades, pero garantizando igualdad de derechos.
La creatividad del personal educativo y las TIC al servicio de la buena educación
Se valoraron la creatividad y las posibilidades que encontraron educadoras y educadores para mantener el vínculo afectivo, la perspectiva lúdica de la educación y la participación de las niñas y niños en su proceso educativo, pese a la pandemia. En las experiencias abordadas en el estudio, se utilizaron las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) al servicio del proceso educativo, no lo contrario. Ahora es un desafío regular el tema y hacer que la conectividad a Internet se reconozca como un derecho humano.
Estrechar el vínculo con las familias y las comunidades, a través de las TIC y más allá, fue un acierto, que permitió desarrollar mejor los procesos alternativos de educación en la pandemia. Son un aprendizaje y una práctica que deben fortalecerse en la postpandemia.
Mira a la entrevista aquí: