El 24 de septiembre, la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) continuó con su proceso de formación virtual, enfocado en la transversalización de la perspectiva de igualdad de género en su quehacer y acción política. En alianza con la Red de Educación Popular Entre Mujeres de Latinoamérica y el Caribe, REPEM (REPEM LAC) y el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), la formación tiene como objetivo fortalecer esta dimensión en la planificación, gestión, acciones de incidencia y en la práctica diaria de la red CLADE.
En la tercera sesión de trabajo, las y los participantes exploraron cómo la educación tiene una potencialidad dual, ya sea como instrumento de transformación social o como motor de la reproducción de las relaciones de desigualdad de género. Mónica Novillo, coordinadora general de la REPEM, expuso el rol de las mujeres en el mundo académico y cómo su inserción en un mundo, tradicionalmente androcéntrico y patriarcal, dio paso al estudio transformador de las relaciones de poder con perspectiva de género.
Así, Mónica recordó que, si hace 200 o 100 años los estudios sobre desigualdades de género eran marginales en la academia, algunas antropólogas, como Margaret Mead (1901-1978), fueron fundamentales para ampliar la discusión sobre las convenciones sexuales y de género dentro del contexto de las tradiciones culturales.
Siguiendo sus pasos, otras antropólogas cuestionaron la universalización y la esencialización de la condición femenina, exigiendo que se reconociera una antropología de “las mujeres”, en plural, y la adopción de una perspectiva interseccional, es decir, una que cruza dimensiones de género, clase, raza y otros para comprender qué significa ser mujer, ser mujer blanca, mujer indígena o afrodescendiente, que vive en áreas rurales o urbanas, de alto o bajo ingreso, etc. También destacó que en seguida la antropología feminista pasó a cuestionar las relaciones de poder entre hombres y mujeres y hoy, la antropología de género estudia no solo las relaciones de poder, sino que tamibén las posibilidades de cambiarlas.
Con la guía de Mónica, las y los participantes también fueron invitados a reconocer los procesos de naturalización del sexismo. Ella explicó que la familia, las amistades, los medios de comunicación, las escuelas e iglesias, todos juegan un rol fundamental en la construcción de la identidad de género y que en las sociedades patriarcales las mujeres no tienen el mismo valor que los hombres, lo que se refleja en la reproducción de las prácticas de violencia contra las mujeres. La educación sexista cumple un papel clave en ese sistema. “La educación sexista transmite y reproduce esa sobrevaloración”, afirmó.
Estas expresiones, que contribuyen al sistema de género denominado patriarcado, ocurren por medio del lenguaje, de prácticas de aula, del uso diferenciado del espacio escolar, de la formación de un currículum oculto de género (que no está definido en los objetivos de las prácticas educativas, pero sugiere que unos hagan unas tareas y otros no, reproduciendo discriminaciones y desigualdades), de los cuentos infantiles y textos escolares, etc. Como consecuencias de estas expresiones, se generan expectativas diferenciadas para el desarrollo intelectual de hombres y mujeres, lo que luego se refleja en la reafirmación de incapacidades aprendidas, esto es en la creencia, consciente o inconsciente en la incapacidad de realizar una tarea, asumir un trabajo o participar en la vida pública, lo que genera consecuencias en la autoestima de las mujeres, brechas salariales, entre otros.
Perspectiva de igualdad de género
Educación no sexista, al contrario, busca transformar las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, rompiendo el imaginario de las asignaciones de género. Para desafiar esta hegemonía heteropatriarcal, se presentaron herramientas para detectar el sexismo en todas estas expresiones educativas y culturales. Por ejemplo, tanto en los textos escolares como en los cuentos infantiles y las películas, se puede analizar la cantidad de personajes femeninos, la frecuencia con la que aparecen, los temas que abordan, etc, para detectar los niveles de sexismo de estas prácticas.
Seguidamente, las y los participantes compartieron la prevalencia de estas expresiones sexistas en sus contextos de país y cuáles han sido los métodos para contrarrestar los efectos de esta. Por ejemplo, se demostró que hay un incremento en el proceso de secularización en la región, pero al mismo tiempo, han aumentado los ataques contra la igualdad de género a raíz de la emergencia de sectores conservadores/fundamentalistas religiosos. Se reconoció que, a pesar de estos retrocesos inminentes, movilizaciones populares han permitido que el feminismo tome espacio en la esfera pública y forme parte de las discursivas políticas.
La sesión animó a las y los participantes a que tomen parte en el proceso de una educación transformadora y no sexista, para así fortalecer y asegurar el desarrollo de los pueblos con igualdad y sin discriminaciones.