Recorriendo senderos del pasado, encontré a mi ser ausente, peregrino de ojos lúgubres
con pasos tenues sobre desiertos sin arena; aquel cósmico perpetuo que admira
taciturno el horizonte sujeto a un sentir melancólico, evocando vivos sueños del ayer y
ahora tan lejanos, ajenos a su destino, maquillados con sombras del recuerdo, donde el
único anhelo se torna extraño al presente ignorando los restos del caminante que algún
día surcó cielos con la imaginación por alas.