La Alianza Mundial por la Educación (GPE, por su acrónimo en inglés) formula a Laura Giannecchini y Helen Dabu 5 preguntas sobre el poder de la educación. La campaña de financiación de la GPE pretende recaudar al menos 5.000 millones de dólares para transformar la educación de hasta 1.000 millones de niños en 90 países y territorios.
Helen Dabu es la Secretaria General de la Asociación de Asia y el Pacífico Sur para la Educación Básica y de Adultos (ASPBAE).
Laura Giannecchini es la Coordinadora de Desarrollo Institucional de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE).
Ambas son ex miembros del Consejo de Administración de la GPE, en representación de las organizaciones de la sociedad civil de los países asociados a la GPE.
El tema principal de la Semana de Acción Mundial por la Educación (SAME) de este año fue el financiamiento de la educación. ¿Cuál es el papel de las coaliciones regionales y nacionales, como la ASPBAE y la CLADE, a la hora de garantizar el aumento del financiamiento público de la educación?
Helen Dabu: La ASPBAE y la CLADE, junto con la CME y otras coaliciones regionales y nacionales de campañas de educación, desempeñan un papel fundamental a la hora de comprometer a los gobiernos, especialmente de los países en desarrollo, para que protejan y aumenten progresivamente los presupuestos de educación; este es un llamamiento colectivo que hicimos con la CME y la GPE con motivo del GAWE 2021, especialmente a la luz del impacto de la pandemia del COVID-19 en el financiamiento de la educación.
Como OSC implicadas en los procesos de financiación y políticas educativas a nivel regional y nacional, apoyamos sistemas educativos transparentes y responsables que contribuyan a la realización del derecho a la educación y a la implementación del ODS4/Agenda de Educación 2030.
Laura Giannecchini: Al adoptar la Agenda de Educación 2030, los gobiernos acordaron alcanzar el punto de referencia internacional del 20% del presupuesto nacional y el 6% del PIB para la educación.
Una de las principales formas de aumentar el presupuesto de educación es la adopción de mecanismos de justicia fiscal. Así, las coaliciones nacionales también están haciendo campaña y abogando por la adopción de la tributación progresiva – como en Argentina y Bolivia, que aprobaron la tributación de los más ricos durante la pandemia del COVID-19.
Las coaliciones regionales están fomentando este tipo de aprendizaje interregional, además de influir en los espacios regionales y en otros gobiernos para que sigan a sus pares.
¿Qué perderá la comunidad mundial si se deja de lado el financiamiento de la educación en la respuesta y recuperación ante la pandemia de COVID-19?
“Dejar la educación y su financiamiento fuera de las respuestas y de la recuperación de la pandemia, será devastador para los países y dará lugar a desigualdades profundas, amplias y duraderas” (Helen Dabu)
Helen Dabu: Dejar la educación y su financiamiento fuera de las respuestas y de la recuperación de la pandemia, será devastador para los países y dará lugar a desigualdades profundas, amplias y duraderas. Siempre hemos afirmado que el financiamiento de la educación permitirá la recuperación temprana y a largo plazo de la pandemia.
El fomento de la capacidad de recuperación de las personas y de la sociedad en cualquier crisis, como la pandemia del COVID-19, implica el financiamiento de sistemas de educación pública más sólidos.
Laura Giannecchini: La educación es un derecho humano que permite la realización de otros derechos. Los gobiernos, como garantes de este derecho, deben hacer todo lo posible para cumplirlo, incluso en situaciones adversas.
Garantizar el financiamiento adecuado de la educación, además de ser un compromiso legal, ético y moral, significa: evitar la exacerbación de las ya inaceptables desigualdades educativas y sociales; acelerar la recuperación económica post-pandémica; garantizar la mejora de las condiciones de salud y de vida de las actuales y próximas generaciones; y tener a la población mejor preparada para futuras crisis.
Los ingresos y las bases impositivas en la región de Asia y el Pacífico siguen siendo bajos, y son pocos los países que aplican fórmulas de focalización para la equidad. ¿Cómo ha agravado la COVID-19 esta situación, incluidas las desigualdades de larga data en la educación de las niñas y el acceso digital de los niños y los jóvenes?
Helen Dabu: Los niños, los jóvenes y los adultos de los grupos marginados y excluidos se han visto desproporcionadamente afectados por el COVID-19. Esto ha puesto de manifiesto los problemas de equidad, inclusión y género en la educación, ya que los pobres, los que viven en zonas remotas y rurales, los niños con discapacidades, los niños y jóvenes sin estudios, los estudiantes adultos marginados, las mujeres y las niñas, los refugiados y los que se encuentran en contextos frágiles se han quedado sin apenas medios para acceder a la educación y el aprendizaje, especialmente cuando la enseñanza se ha trasladado a Internet.
Sólo en Asia-Pacífico, unos 1.880 millones de personas, es decir, casi la mitad de la población, carecen de acceso a Internet. Los sistemas tributarios de la región de Asia-Pacífico deben transformarse progresivamente para generar ingresos que financien sistemas educativos públicos que sean inclusivos, transformadores de género, resistentes y sostenibles.
La CLADE aboga firmemente por sistemas educativos inclusivos que satisfagan las necesidades de todos los niños. En su opinión, ¿cuál es la medida de mayor impacto que pueden tomar los gobiernos para que los sistemas educativos sean más inclusivos?
“La educación inclusiva debe responder a las diferentes necesidades y realidades de todos y cada uno de los estudiantes. Es una educación que reconoce la riqueza de la diversidad y promueve un diálogo intercultural con un enfoque intersectorial e interseccional” (Laura Giannecchini)
Laura Giannecchini: Los sistemas educativos de América Latina y el Caribe son muy desiguales y pueden no haber integrado y reflejado plenamente los conocimientos y experiencias de muchos grupos históricamente marginados de la región.
La educación inclusiva debe responder a las diferentes necesidades y realidades de todos y cada uno de los estudiantes. Es una educación que reconoce la riqueza de la diversidad y promueve un diálogo intercultural con un enfoque intersectorial e interseccional.
Para garantizar una educación inclusiva, es fundamental que los gobiernos dialoguen con los diferentes actores de la comunidad educativa, escuchando sus voces, expectativas y necesidades. Los gobiernos deben implementar un sistema educativo que eduque a los ciudadanos, que se comprometa con la transformación de las sociedades y que aborde las injusticias sociales y ambientales.
¿Qué es lo que más recuerdas de la escuela? ¿Hubo momentos o profesores que te impactaron especialmente?
Helen Dabu: Habiendo experimentado la pobreza en una comunidad rural de Filipinas, la escuela fue para mí un lugar de esperanza, libertad y liberación.
Siempre estaré agradecida de mis profesores, desde la educación básica hasta la superior, que fueron más allá de su deber para fomentar mis capacidades y fortalezas, para superar los retos de la vida y poder contribuir a la sociedad. La generosidad de mis profesores y los sacrificios de mis padres me han inspirado para seguir el trabajo de desarrollo y una vida de servicio.
Laura Giannecchini: Esta pregunta me llegó dos días después de la muerte de una de las profesoras más importantes de mi adolescencia. No puedo dejar de mencionar la importancia de esta profesora que me impactó no sólo a mí, sino a generaciones de estudiantes, con sus notables clases de filosofía e historia.
Transformó sus clases en un espacio para el pensamiento crítico y el ejercicio de la democracia. Sus lecciones y preguntas provocadoras sobre el sentido de la vida, la participación política y la importancia de la educación siguen siendo muy necesarias e inspiran mi lucha diaria por una educación emancipadora.
Sus clases fueron una educación transformadora que deseo que toda la gente experimente.
Helen Dabu y Laura Giannecchini levantan la mano para apoyar la campaña de financiamiento de la GPE.