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18 de septiembre de 2023

Estado de la situación mundial sobre fiscalidad e impacto en la educación


Vernor Muñoz. Archivo CLADE

Vernor Muñoz

Jefe de Política y Activismo de la Campaña Mundial por la Educación y ex-relator especial para el derecho a la educación.

El proyecto Derecho a la Educación con Justicia Fiscal busca promover el intercambio de experiencias de diferentes continentes sobre justicia fiscal y educación y propuestas de mecanismos para incrementar el gasto público en favor de la educación pública.

 

La CLADE convocó entre el 8 y 9 de septiembre en Santiago de Chile, el Taller Regional-Global Justicia Fiscal y Derecho Humano a la Educación que contó con la participación de organizaciones sociales de Argentina, Colombia, Guatemala, Paraguay, Perú y República Dominicana.

 

Vernor Muñoz, jefe de política y activismo de la Campaña Mundial por la Educación intervino en el panel para comentar la situación internacional que afecta a la educación desde la fiscalidad.

 

Compartimos su texto. 

Las discriminaciones estructurales del contexto mundial

En los últimos 20 años, docenas de fallos en tribunales regionales y nacionales europeos, y un puñado de sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que se remontan al 2005, han verificado la rampante segregación escolar de estudiantes romaníes o gitanos, que resulta abiertamente discriminatoria, ilegal y lamentablemente se mantiene en nuestros días.

Pero, además, para el año 2020, los niños y niñas gitanas constituían el 50% de los estudiantes en clases especiales y el 42% de los niños de escuelas especiales.

La discriminación educativa en el Norte Global que han sufrido los gitanos o romaníes, también se extiende a la población indígena. En una encuesta reciente realizada en Noruega, por ejemplo, las personas encuestadas de la nación sámi, informaron haber experimentado discriminación en múltiples entornos y con mayor frecuencia en la educación.

En Alberta, Canadá, el 30% de estudiantes indígenas, se han reportado como ausentes crónicos en el sistema educativo y en algunos distritos ese porcentaje se eleva al 80%.

Además, en el caso de Finlandia, famosa por sus conquistas educativas, en el informe Being Black in the EU, publicado este año 2023, los padres y madres finlandeses informaron de los niveles más altos de acoso racista y discriminación racial experimentados por sus hijos e hijas en la escuela.

El incremento fiscal y la consecución de sistemas tributarios eficientes y progresivos, no aseguran por sí mismos mayores recursos para la educación pública.

Las barreras para la inclusión educativa

La falta de acceso a la escuela regular en Europa de estudiantes con discapacidad, ha sido también seriamente documentada por UNICEF y Alemania es un caso paradigmático. Pero también lo es porque en este país los y las estudiantes de origen migrante enfrentan clarísimas limitaciones de acceso educativo, y esto es algo que pude constatar personalmente cuando realicé una visita oficial a ese país siendo relator especial de las Naciones Unidas. Y basta un dato para comprobarlo: en el grupo de edad de 30 a 35 años, sólo el 18% de las personas inmigrantes nacidas en Alemania han obtenido un título universitario.

Estos casos del norte global, no solo recuerdan que la lucha por la universalización del derecho a la educación incumbe a todos y todas, y principalmente mantener presente que, en los países con altos ingresos tributarios, no se han logrado mecánicamente impactos en la equidad y en la justicia educativa. Y según esto, los sistemas educativos adecuadamente financiados tampoco han sido siempre capaces de garantizar el acceso universal, ni la educación de calidad a todas las personas.

 

Llamado por la justicia fiscal como camino a la justicia educativa

De manera decidida y firme, nos sumamos a la lucha por la justicia fiscal. Sin embargo, pensamos que el incremento fiscal y la consecución de sistemas tributarios eficientes y progresivos, no aseguran por sí mismos mayores recursos para la educación pública.

En algunos casos más bien podría ocurrir lo contrario, por ejemplo, los países optan por trasladar mayores recursos fiscales al sector privado, como ha sucedido desde hace mucho tiempo en Chile y como propone el candidato que lidera las encuestas electorales en Argentina y como ocurre en Finlandia, Islandia y el Reino Unido, en donde instituciones privadas reciben al menos el 50% de su financiación del sector público (2020, p.175).

En contextos de alto endeudamiento, además, puede preverse que el incremento fiscal se utilice no para financiar la educación, sino para pagar la deuda pública, honrando así la sumisión colonial a la que se ven sometidos muchos países de renta media y baja.

Los ejemplos que he citado, además parecieran indicar que mayores presupuestos educativos, provenientes de la recaudación fiscal, tampoco llevan automáticamente a resolver problemas de discriminación y marginalización estructurales, pues bien puede suceder que los recursos nunca lleguen a las comunidades históricamente excluidas que más los necesitan.

La justicia fiscal, por lo tanto, no involucra únicamente los sistemas de recaudación, sino además los destinos de la inversión.

Recaudar bien, invertir adecuadamente

La justicia fiscal, por lo tanto, no involucra únicamente los sistemas de recaudación, sino además los destinos de la inversión: no basta recaudar bien, sino que es además necesario invertir adecuadamente.

Con ello entendemos que no es conveniente hablar de justicia fiscal, ni de ningún tipo de justicia, fuera del ecosistema de derechos humanos, pues es allí donde se definen los parámetros de distribución de la riqueza y de construcción de sociedades igualitarias y más precisamente donde se definen los fines de la educación y de su gobernanza. No interesa, por lo tanto, financiar cualquier educación, sino aquella en la que quepan todas las personas, en la que no se discrimine a nadie.

Con esto comprendemos que toda reforma tributaria debería responder a políticas de Estado basadas en derechos humanos y que la justicia fiscal no es una maniobra técnica para aumentar el producto per cápita, porque, como dice Richard Falk, a menos que el pueblo se beneficie, el crecimiento económico es solo un subsidio para los sectores ricos.

Riesgo de las miradas economicistas y demandas sociales

Un énfasis desmedido en los temas de financiamiento educativo, tiene el riesgo de encerrarnos en las lógicas utilitarias y en las razones eficientistas por las que aboga el Banco Mundial. Y bien sabemos que existen retos mayúsculos en torno a la desigualdad en los aprendizajes, el trabajo docente y los contenidos de la educación, que no lo definen los banqueros ni mucho menos las corporaciones.

Finalmente, quisiera recordar que las luchas contra la evasión, la elusión y la corrupción fiscal no son temas sobre los cuales las y los actores de la educación y los activistas tenemos dominio y por eso frecuentemente incursionamos con mucha cautela en espacios como éste. Sin embargo, también es cierto que estos temas deben ser debatidos en los espacios educativos, porque implican dinámicas de poder que afectan todos los ámbitos institucionales y comunitarios.

Desde la Campaña Mundial por la Educación nos alistamos a iniciar una campaña para apoyar la adopción de una convención de las Naciones Unidas sobre justicia fiscal. Creemos que la educación pública se vería muy positivamente impactada por un Convención Fiscal de la ONU, considerando que los países de bajos ingresos, incluyendo aquellos que gastan una parte significativa de sus presupuestos nacionales en educación, no pueden cumplir sus compromisos con el ODS 4, porque no hay ingresos suficientes para financiar una educación pública de calidad.


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