El glotaritarismo describe un totalitarismo digital que controla la información mediante algoritmos y redes sociales, debilitando la democracia en América Latina. El artículo de la docente e investigadora María Guadalupe Ramos Ponce de CLADEM analiza cómo este fenómeno se expresa en fake news, manipulación electoral, ataques digitales y vigilancia, afectando con mayor fuerza a mujeres y diversidades sexuales. Frente a ello, se plantea un feminismo digital crítico que defiende la democracia, promueve la justicia social y construye resistencias colectivas también en el ámbito virtual.
Sayak Valencia, filósofa, poeta y ensayista, autora de Capitalismo Gore, describe el glotaritarismo como un mecanismo de control y conexión a través de redes digitales, que funciona como un gobierno de las poblaciones, en el cual se decide qué información vemos y cómo interactuamos con ella. En este contexto, el autoritarismo se entiende como la instauración de totalitarismos regionales que se globalizan mediante la gestión necropolítica y la economía financiera mundial.
La democracia, ya frágil en América Latina y el Caribe, enfrenta hoy un nuevo enemigo: el glotaritarismo, una forma de totalitarismo digital que se expande a través de las redes sociales, los algoritmos y la manipulación informativa. Ya no son únicamente los viejos poderes fácticos —los militares, los partidos políticos, las iglesias, las élites empresariales— quienes deciden sobre nuestras vidas; ahora son las corporaciones tecnológicas globales las que moldean lo que pensamos, consumimos, creemos y hasta lo que sentimos.
Existe una población que ya no lee, no se informa, no reflexiona; actúa en función de los algoritmos. La libertad de elección, de pensamiento y de acción depende de ese diseño estructural del totalitarismo digital.
En este escenario, la política se convierte en un espectáculo de fake news, discursos de odio y populismos alimentados por la posverdad. El algoritmo decide qué vemos, a quién seguimos y, en muchos casos, incluso por quién votamos. La democracia se transforma en una burbuja digital donde cada persona solo escucha lo que confirma sus prejuicios. Un electorado con información fragmentada, selectiva y sujeto a teorías conspirativas se convierte en presa fácil del glotaritarismo.
Vemos expresiones de glotaritarismo en América Latina en el uso de la inteligencia artificial para perfilar votantes; en los ejércitos digitales que atacan a feministas y periodistas; en la construcción de narrativas sobre enemigos reales o ficticios, como ocurre en Honduras, país que próximamente entrará en un proceso electoral y donde ya se difunden relatos alrededor de las candidaturas y de la propia presidenta en funciones.
Desde una mirada feminista, el glotaritarismo tiene rostro de patriarcado digital: son las mujeres, las periodistas, las defensoras de derechos humanos y las diversidades sexuales quienes reciben la mayor violencia en línea. Los datos biométricos de nuestros cuerpos se convierten en mercancía, vendidos al mejor postor sin consentimiento. La vigilancia tecnológica se utiliza para controlar movimientos migratorios y criminalizar la pobreza.
Frente a ello, urge un feminismo digital crítico que defienda la democracia en clave de derechos humanos y justicia social. Necesitamos ciberfeminismo para hackear el patriarcado digital; redes de sororidad transnacional para enfrentar el odio en línea; alfabetización digital feminista para que ninguna niña o mujer quede atrapada en la manipulación algorítmica.
El futuro de la democracia se juega en las calles, en los parlamentos, en los tribunales y también en las pantallas. No podemos permitir que el algoritmo sustituya a la ciudadanía. Desde esta Mirada Violeta, afirmo que la única manera de frenar el glotaritarismo es tejiendo resistencias colectivas que pongan la vida y la libertad en el centro, también en el mundo digital.
Artículo publicado: Glotaritarismo: cuando el algoritmo sustituye a la democracia