Los y las jóvenes de entre 15 y 34 años se estiman en 2.400 millones, constituyendo el 30 % de la población mundial. En América Latina y el Caribe, las estimaciones de la CEPAL indican que el grupo de edad entre 15 y 34 años sumará 220 millones de personas en 2025, lo que representará un tercio de la población de la región. A pesar de representar una parte significativa de la población estudiantil, las juventudes muchas veces enfrentan dificultades para acceder a los espacios educativos.
En la región, un millón y medio de adolescentes entre 15 y 19 años dan a luz anualmente (UNFPA, 2020), y 8.2 millones de niños, niñas y adolescentes (NNA) de entre 5 y 17 años trabajan (OIT, 2021), siendo los y las adolescentes quienes representan la mayoría. Estas cifras son aún más desafiantes al considerar la intersección de otros factores, como nivel de ingresos, etnia, raza, origen geográfico, discapacidad, entre otros.
Teniendo en cuenta la necesidad de garantizar el derecho humano a la educación para todas las juventudes, su participación a nivel local, nacional, regional y mundial, así como su responsabilidad con la educación como partes interesadas legítimas, son vitales para establecer procesos de toma de decisiones sostenibles, democráticos y apropiados, liderados por las personas en todos los ámbitos. Esto debe incluir a las infancias y juventudes, quienes son sujetos de derechos de prioridad absoluta. La participación de este grupo en los centros educativos, en la gestión escolar y en las políticas públicas es un proceso pedagógico de aprendizaje de la ciudadanía que debe partir de su propia perspectiva, y está basado en marcos normativos y recomendaciones.
Desde CLADE proponemos:
Jóvenes y estudiantes hacia encuentros intergeneracionales se preparan para asumir el reto de potenciar el impulso y defensa del derecho humano a la educación, por lo que se promueve la escucha de sus voces, perspectivas y liderazgos. Esa participación no debe restringirse a un grupo aislado de jóvenes, sino que debe integrarse en los espacios de toma de decisiones liderados por personas adultas.
Integrar a los y las jóvenes en los procesos de toma de decisiones del movimiento educativo genera nuevas agendas. Este compromiso promueve el desarrollo de ciudadanía local, nacional y mundial, brindando a las juventudes la oportunidad de comprender mejor las cuestiones fundamentales y avanzar en el acceso equitativo a la educación.
Es necesario que los espacios de participación y representación de jóvenes reflejen las diversidades, ya sea a nivel local, nacional, regional o global. Garantizar una participación plena de jóvenes en todos los niveles una tarea ambiciosa, y este proceso debe considerarse como el objetivo principal. Así, consideramos que este proceso participativo es formativo en sí mismo y debe estar orientado a fortalecer liderazgos democráticos.
Para ello, se sugieren tres ejes centrales como desglose propuesto como parte de su hoja de ruta por el Grupo de Trabajo de Juventudes:
La XII Asamblea General de la CLADE presentó una moción para la creación del Grupo de Trabajo de Juventudes CLADE (GT), el cual se conformó como un espacio permanente de formación, fortalecimiento institucional de las coaliciones y diálogo intergeneracional. Desde el espacio del Grupo se gesta la perspectiva de la CLADE sobre juventudes en debates que involucran a personas jóvenes y adultas, y en actividades co-creadas por el GT que favorecen la formación de nuevos liderazgos democráticos.
Con el fin de conocer el contexto regional, el GT realizó un mapeo de organizaciones que trabajan con y para juventudes cercanas a la membresía de la CLADE. Los resultados indican que las juventudes priorizan los derechos de las personas jóvenes y su participación, además de preocuparse por una perspectiva de género en torno al derecho a la educación. Estos temas prioritarios se abordan principalmente a través de iniciativas de sensibilización, incidencia y capacitación.
Otro proceso importante para considerar el conocimiento y las experiencias de las juventudes que sirvió para identificar los principales retos para la participación e iniciativas inspiradoras que puedan orientar prácticas lideradas por jóvenes o personas adultas que trabajan con juventudes.