El Informe mundial muestra que en los países industrializados, las políticas de educación de de personas adultas están informadas por una perspectiva de educación a lo largo de toda la vida e integradas en las políticas de otros ministerios. No obstante, una coordinación global y exitosa de amplio alcance entre los actores interesados es más bien rara. Muy frecuentemente, las y los educadores de personas adultas sufren de un estatus y remuneración bajos, lo que afecta la calidad y la sostenibilidad de los programas. Una financiación suficiente, previsible y con destinatarios bien definidos es más la excepción que la regla.