Trabajo infantil y Educación, dos caras de la misma moneda

29 de octubre de 2024

Isaac Ruiz Sánchez

Centro de Estudios Sociales y Publicaciones (CESIP) – Perú. Marcha Global contra el Trabajo Infantil - Sudamérica.

Es ampliamente sabido que el trabajo infantil es una grave vulneración de los derechos de la niñez y la adolescencia asociada a la pobreza, que afecta la salud, seguridad, desarrollo físico, mental y emocional de niños y niñas, les expone a actividades peligrosas, reduce su asistencia a la escuela y el aprovechamiento de los aprendizajes, limita el desarrollo de sus capacidades y pone en riesgo la finalización de la escolarización básica (1).

Pero sus consecuencias no perjudican únicamente la situación presente de niños, niñas y adolescentes, sino que perduran a lo largo de la vida, generando un círculo vicioso de reproducción de la pobreza, desigualdad y exclusión. De esta forma, la pobreza, no solo es causa del trabajo infantil, si no que ésta se convierte en generador de pobreza en el futuro. 

La situación del trabajo infantil en la región 

En las últimas dos décadas, los países de América Latina y el Caribe han dado pasos hacia el logro de una región libre de trabajo infantil, estos avances se han estancado desde 2016, y han tenido retrocesos desde 2020, como consecuencia del impacto económico y social de la pandemia del Covid-19, durante la cual se incrementó el trabajo infantil entre 1% y 3% en la región, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Comisión Económica para América Latina (CEPAL). 

Las estimaciones mundiales de la OIT (2) más recientes, indicaban que en nuestra región el trabajo infantil afectaba a 6% de personas de 5 a 17 años, es decir, a 8.2 millones de niños, niñas y adolescentes. Los países andinos son los que presentan mayores tasas de trabajo infantil, seguidos por los de Centroamérica, mientras que los países del Cono Sur muestran los menores índices.

Niños, niñas y adolescentes trabajan porque no pueden acceder a una escuela que les reciba en forma gratuita y les ofrezca una educación de calidad y provechosa.

La relación entre educación y trabajo infantil

El trabajo infantil es un fenómeno amplio, complejo y multicausal. Tiene a la base factores tan diversos como la pobreza, la falta de trabajo decente para las personas adultas, las prácticas culturales tradicionales, las desigualdades de género, las emergencias, la migración, la inestabilidad económica y política, la debilidad de las políticas de protección social y de las políticas públicas universales, entre estas últimas las deficiencias de la educación pública. 

En el mundo, más de un tercio de los niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo infantil no están en la escuela. Lo más grave es que esta situación afecta a casi el 28% de niños y niñas de 5 a 11 años y el 35% con edades entre 12 y 14 años se encuentran en situación de trabajo infantil (3). En muchos casos, estos niños, niñas y adolescentes trabajan porque no pueden acceder a una escuela que les reciba en forma gratuita y les ofrezca una educación de calidad y provechosa. En otros casos, la falta de pertinencia lleva a las familias a restar importancia a la educación, porque no perciben los beneficios que podría traerles a sus hijos e hijas en el mercado laboral.

No podemos olvidar que durante la pandemia millones de niños, niñas y adolescentes se quedaron fuera de la escuela en nuestra región, y que buena parte de ellos y ellas entraron a trabajar, en el caso de las niñas y adolescentes mujeres además tuvieron que hacerse cargo de las tareas de cuidado en sus hogares en forma intensiva. 

No cabe duda de la importancia que reviste el acceso a la educación de la niñez y adolescencia en situación de exclusión educativa. Pero no basta. Hay que considerar que, quienes estando en la escuela trabajan, tienen serias dificultades para obtener los beneficios de la educación en iguales condiciones que sus pares que no trabajan. 

Según datos de la OIT, a nivel mundial, el 70 % de los niños, niñas y adolescentes que trabajan también asisten a la escuela, frente al 94 % que no trabajan. La dedicación al trabajo representa para los niños, niñas y adolescentes un tiempo que no tienen, sumado a un desgaste físico y emocional que les imposibilita mantenerse en el sistema educativo o les dificulta tener éxito en su proceso escolar. 

En nuestra región un porcentaje aún mayor de niños, niñas y adolescentes trabaja y asiste a la escuela, se evidencia que son quienes tienen un menor rendimiento escolar y están en permanente riesgo de quedar en rezago por la pérdida del año escolar. En Brasil, México y Perú, por ejemplo, el promedio de los resultados de las evaluaciones en lengua y matemáticas de las y los estudiantes que trabajan, alcanzan logros menores en un 28% comparativamente frente a quienes no trabajan. Esto les pone en riesgo de dejar la escuela, de no terminar la educación básica, siendo más probable que en el futuro tengan que abocarse a trabajos familiares no remunerados o a trabajos mal remunerados. 

Así, mientras el trabajo infantil es una de las principales causas de la exclusión educativa de niños, niñas y adolescentes, a la vez, las carencias de los sistemas educativos elitistas, discriminadores y poco pertinentes son un factor generador de trabajo infantil. Es decir, trabajo infantil y exclusión educativa son dos caras de la misma moneda.

No se trata de que niños, niñas y adolescentes accedan a cualquier educación, no basta que la educación les prepare para el trabajo.

Sinergias entre lucha por el derecho humano a la educación y lucha contra el trabajo infantil

De allí que, la relación entre la lucha por el derecho humano a la educación y la lucha contra el trabajo infantil sea tan estrecha. Una de las principales formas de hacer frente al trabajo infantil, si no la principal, es lograr una educación pública universal, gratuita y obligatoria, que permita a todos los niños, las niñas y adolescentes acceder al derecho a la educación, sin discriminación. 

David Le Blanc (4) y otros autores proponen un enfoque holístico de intervención basado en las sinergias y en el aprovechamiento de las vinculaciones e interdependencias que caracterizan la agenda 2030. 

De hecho, la meta 4.1 del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, que apunta garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, así como promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos y todas, se encuentra muy relacionada con la meta 8.7, orientada a poner fin al trabajo infantil en todas sus formas.

La meta 4.1 indica con claridad que no se trata solo de un problema de asistencia y permanencia escolar, sino de calidad y resultados educativos. No se trata de que niños, niñas y adolescentes accedan a cualquier educación, no basta que la educación les prepare para el trabajo. Se trata de que el sistema público brinde una educación crítica, formadora en ciudadanía, orientada al ejercicio de los derechos humanos, que cuestione y enfrente las barreras de todo tipo que lo impiden, como la discriminación, las desigualdades sociales y de género, es decir, una educación transformadora. 

Hay mucho que hacer para eliminar el trabajo infantil, pero los dos pilares fundamentales están relacionados con el ejercicio del derecho a la educación y con el combate a la pobreza. Para ello se requiere:

  • Mayor y mejor financiamiento para la educación y para programas de protección de niños, niñas y adolescentes que están en situación de trabajo infantil en los presupuestos públicos. 
  • Extender los servicios y programas de protección social para las familias en mayor vulnerabilidad.
  • Estrategias específicas destinadas al acceso o retorno a la escuela de los miles y miles de niños, niñas y adolescentes que se quedan cada año fuera del sistema educativo. Programas de nivelación y reforzamiento escolar, para garantizar su continuidad educativa y evitar su alejamiento definitivo. Desde un enfoque de derechos, ningún niño, niña y adolescente debería tener que trabajar para garantizar su subsistencia, o tener que dejar de vivir su infancia, perdiendo su oportunidad de potenciar sus capacidades. 
  • Mejorar la calidad de la educación haciéndola más pertinente, que responda a las necesidades de la niñez y adolescencia, por ejemplo, en el área rural, de modo que no solo sea accesible, sino que verdaderamente prepare para la vida. Es fundamental que la voz de los niños, niñas y adolescentes sea escuchada.

Marcha Global contra el Trabajo Infantil

La Marcha Global contra el Trabajo Infantil es un movimiento mundial integrado por organizaciones no gubernamentales de desarrollo y gremios sindicales, fundado en 1998, por diversos grupos y personalidades, entre ellos Kailash Satyarthi, Premio Nóbel de la Paz 2014. Contribuyó a la formación de la Campaña Mundial por la Educación, de la cual CLADE es parte, y en Sudamérica participa en diversas coaliciones nacionales por el derecho a la educación. Está presente en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú. La Marcha Global lucha por la realización de todos los derechos humanos para todos los niños, niñas y adolescentes, en especial el derecho a una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y busca contribuir a la eliminación de todas las formas de trabajo infantil, el trabajo forzoso, la esclavitud moderna y la trata de niños, niñas y adolescentes.

Referencias

[1] FUNDAMENTALS. América Latina y el Caribe: hacia la primera generación libre de trabajo infantil. Una lectura integrada e interdependiente de la Agenda 2030 a la luz de la meta 8.7 / Oficina Internacional del Trabajo, Servicio de Principios y derechos fundamentales en el trabajo (FUNDAMENTALS); Oficina de OIT para Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. – Lima: OIT, 2016.

[2] Oficina Internacional del Trabajo y Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. Trabajo infantil. Estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir, OIT y UNICEF, Geneva and Nueva York, 2021.

[3] Ídem.

[4] Le Blanc, David. ¿Hacia la integración por fin? Los objetivos de desarrollo sostenible como una red de metas. ONU. Departamento de asuntos económicos y sociales. UN/DESA Working Paper No. 141


Para Laura Gianecchinni, coordinadora programática de la CLADE, uno de los destaques de la iniciativa es su poder de articulación de organizaciones nacionales, regionales e internacionales que luchan por el derecho humano a la educación en América Latina y el Caribe.

CLADE: articulación plural de organizaciones nacionales, regionales e internacionales por el derecho a la educación en América Latina y el Caribe

25 de septiembre de 2023

Para Laura Gianecchinni, coordinadora programática de la CLADE, uno de los destaques de la iniciativa es su poder de articulación de organizaciones nacionales, regionales e internacionales que luchan por el derecho humano a la educación en América Latina y el Caribe.


Imagen: Marcha Global contra el Trabajo Infantil

Isaac Ruiz, Marcha Global contra el Trabajo Infantil: Educación y prevención del trabajo infantil, una relación de ida y vuelta

5 de abril de 2023

“Garantizar que niños, niñas y adolescentes puedan disfrutar de todos sus derechos, que tengan una educación pública gratuita y de calidad, y que estén en la protección de realizar cualquier trabajo que pueda perjudicarlos o entorpecer su desarrollo” este es el trabajo de la Marcha Global contra el trabajo infantil, red de organizaciones de la sociedad civil, sindicatos, gremios de docentes, niños, niñas y adolescentes con competencia a nivel mundial que desde 1998 suma esfuerzos contra el trabajo forzoso y la trata. Es fundadora de la Campaña Mundial por la Educación (CME) y también integra la CLADE como red regional. 

La CLADE conversó con  Isaac Ruiz, director de programa del Centro de Estudios Sociales y Publicaciones (CESIP) e integrante de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, sobre la iniciativa y el contexto actual de América Latina y el Caribe con relación a la lucha contra el trabajo infantil – avances y desafíos.  

La educación es clave para acabar con el trabajo infantil

A través de la educación, la sociedad se vuelve más conscientes de sus beneficios y del daño que puede causar el trabajo infantil. Según la Marcha Infantil el acceso a la educación ayuda a reducir la pobreza, siendo una de las causas fundamentales del trabajo infantil. Un financiamiento de $39 mil millones de dólares podría proporcionar educación preescolar, primaria y secundaria de calidad a todos los niños, las niñas y adolescentes para 2030.

Para el activista Isaac Ruiz, la vinculación entre educación y la prevención del trabajo infantil es de ida y vuelta. El trabajo infantil es una de las principales causas de la exclusión escolar, y a la vez las deficiencias del sistema educativo se convierten en una causa del trabajo infantil. Considera fundamental sumar esfuerzos para lograr una educación pública, universal, obligatoria y gratuita para los niños, las niñas y adolescentes sin ningún tipo de exclusión. 

Cerca de 3.1 millones de niños y niñas, según el especialista, se quedaron fuera del sistema escolar. Pasada la crisis sanitaria, una parte importante regresó, aunque no se cuentan con datos precisos de quienes se quedaron a trabajar como una estrategia de sobrevivencia económica familiar, impidiendo su retorno a las clases regulares, una vez que se hiciera presencial en cada uno de los países de la región.

Las labores de cuidado como riesgo de exclusión escolar

La pandemia fue una grave crisis de derechos humanos. Con preocupación se señala que durante la pandemia los contextos domésticos de hogares se complejizaron, ya que en muchos casos aumentó el abandono escolar, de cargas y responsabilidades de cuidado por parte de niñas y jóvenes, así como el reforzamiento de tareas para la economía familiar desde el trabajo infantil, afirma Isaac Ruiz.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que aproximadamente 152 millones de niños y niñas, entre 5 y 17 años participa del trabajo infantil. Trabajan en labores domésticas en hogares, talleres y plantaciones. Las niñas tienen más probabilidades de estar involucradas en el trabajo doméstico, como se evidenció especialmente durante el tiempo de la pandemia. 

El trabajo infantil “se define como el trabajo que priva a los niños y las niñas de su infancia, su potencial y su dignidad, que es perjudicial para el desarrollo físico y mental e interfiere con su escolaridad, y por lo tanto debe ser eliminado. Se refiere al trabajo que es mental, física, social o moralmente peligroso y dañino e interfiere con su escolarización (bien por abandono, o rivalizando con carga horaria)”.

Se llama la atención sobre el trabajo que afecta la salud, desarrollo personal y/o que interfiere con la escolaridad de los niños y las niñas, con frecuencia se considera algo positivo, como ayudar a la subsistencia económica del hogar o ingreso fuera del horario escolar y durante las vacaciones escolares.

La reducción sistemática del trabajo infantil que se había logrado antes del año 2020, vivió un rebrote con la pandemia. Isaac Ruiz menciona que pudiera tratarse de una generación perdida, ya que prácticamente durante 2 años la mayoría de las infancias estuvieron fuera de la escuela, apelando a los medios virtuales, enfrentando las consecuencias de la brecha digital. 

El derecho humano a la educación como un pilar

Actuar en coherencia con un enfoque de derechos humanos implica garantizar la subsistencia de las familias, y que esto no constituya un riesgo para la exclusión escolar, así la garantía del derecho humano a la educación potencia las capacidades de niños, niñas y adolescentes, cuidando los escenarios de vulneración, especialmente de trabajo infantil. 

Existen dos pilares claves para abrazar estas garantías de derechos, uno el derecho humano a la educación y el combate a la pobreza, afirma Isaac Ruiz. Al mismo tiempo exhorta a generar espacios de escucha atenta a los niños y las niñas como sujetos de derecho con perspectivas y enfoque propios.

Las demandas de la sociedad civil deben contemplar la lucha por un financiamiento justo para la educación, y políticas de protección de las infancias y juventudes con enfoques integrales, de acompañamiento y seguimiento de prevención del abandono escolar y de contextos de trabajo infantil. 

Las condiciones de pobreza empeoran los entornos familiares

Los mecanismos de protección y de enfoque de derecho desde los Estados deberían fortalecer un camino de ida y vuelta entre el derecho a la educación y la lucha contra la pobreza. 

En este contexto se impulsan acciones para enfrentar el trabajo infantil en todas sus formas, lo que incluye la adopción de los marcos jurídicos y tratados internacionales, así como los nacionales desde la garantía de derechos humanos. Por ello la Marcha Global acompaña los procesos de incidencia en las políticas nacionales de los países como mesas intersectoriales, comisiones de trabajo y planes de políticas públicas.

En la caracterización del trabajo infantil que ofrece el marco internacional se cuida la intención de proteger el interés superior de los niños y las niñas, especialmente en la prevención del trabajo considerado riesgoso o peligroso y que no constituya la interrupción de la trayectoria escolar.

A juicio de Isaac Ruiz, aunque exista un acuerdo promedio de 15 años, el hecho de que formas particulares de trabajo puedan o no llamarse trabajo infantil depende de la edad, el tipo de tarea, esfuerzo y las horas de dedicación. 

Según el Convenio 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “las peores formas de trabajo infantil incluyen todas las formas de esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, como la venta y el tráfico de niños, la servidumbre por deudas y la servidumbre, y el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados; el uso, reclutamiento u oferta de un niño para la prostitución, para la producción de pornografía o para espectáculos pornográficos; el uso, reclutamiento u ofrecimiento de un niño para actividades ilícitas, en particular para la producción y el tráfico de drogas como se define en los tratados internacionales pertinentes; trabajo que, por su naturaleza o las circunstancias en que se realiza, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.”

Dentro de las peores formas de trabajo infantil que se constituye como delitos, se encuentra la trata de personas, bien con fines de explotación sexual, laboral u otras como mendicidad, servidumbre o matrimonio forzoso.

El trabajo doméstico es peligroso, en el análisis del especialista, en tanto que la mayoría de las veces en las legislaciones de los países de la región no está permitido para personas menores de 18 años, pero en la realidad se encubren con la figura de “ahijaditas o criaditas” que son acogidas supuestamente para apoyar en su desarrollo personal, siendo una condición de explotación frecuente en algunas comunidades.

Es importante diferenciar el trabajo rural que puede ser considerado como una actividad formativa familiar, siempre y cuando prevenga la no manipulación de productos tóxicos, cargas pesadas u horarios extendidos.

También se considera el riesgo del trabajo forzoso regularmente se hace con fines de explotación económica, la OIT reseña que al menos 26% de estas víctimas son niños, niñas y adolescentes estrechamente vinculados al trabajo infantil. Igualmente se menciona el reclutamiento y utilización de niños, niñas y adolescentes en conflictos armados.

La marcha global señala que “en todo el mundo, millones de niños, niñas y adolescentes realizan trabajos extremadamente peligrosos en condiciones nocivas que les impiden recibir una educación y perjudican su desarrollo físico, mental o social. Cada día, aproximadamente 152 millones de personas trabajan en granjas, campos, fábricas, casas, calles y campos de batalla. De estos, 64 millones son niñas y 88 millones son niños. De este total, la asombrosa cifra de 73 millones se dedican a trabajos peligrosos.”

 

Despedida de la entrevista: todos los derechos para que nadie se quede atrás

Para la despedida Isaac Ruiz, señala la importancia de “todos los derechos, para todos los niños y niñas, para que nadie se quede atrás” así como la consigna “más educación, menos trabajo infantil”.

Informe sobre el impacto de la pandemia en el trabajo infantil y educación

Con la pandemia, las medidas de distanciamiento evidenciaron las asimetrías existentes y las profundizaron, suponiendo un retroceso educativo que ha profundizado las desigualdades, principalmente por las condiciones económicas y sociales de la gran mayoría de la población. No sólo en términos de situación económica, empleo, sino también en otros aspectos como el incremento del trabajo infantil y la violencia sexual y de género.

El informe sobre el impacto de la pandemia de la COVID-19 en el trabajo infantil y educación en países de Sudamérica, publicado en 2021 por la Marcha Global Contra el Trabajo Infantil, tiene por objetivo la evaluación de los impactos en la educación y en el trabajo infantil. Para ello, recopiló información en Sudamérica, con siete países, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú, junto a la revisión de fuentes secundarias de organismos multilaterales, organizaciones Internacionales, no gubernamentales, sindicatos y redes de sociedad civil.

Sobre la Marcha Global

La marcha global ha sensibilizado sobre el trabajo infantil para abogar por la ratificación y aplicación universales de los convenios clave sobre trabajo infantil, es decir, los Convenios 138 y 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En sus lineamientos institucionales afirman que procuran “cambiar el conocimiento, las actitudes y el comportamiento de las personas hacia los niños en el trabajo infantil, empoderar a una nueva generación de personas para decir no a esta forma de violencia contra los niños y promover el trabajo decente para jóvenes en edad laboral legal”. La Marcha está liderada por Kailash Satyarthi, quien es un activista de origen indio, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2014 junto a Malala Yousafzai.

La iniciativa reconoce la importancia crítica de garantizar la Agenda 2030, se ha comprometido particularmente con el logro del objetivo de desarrollo sostenible (ODS) en la meta 8.7 que consiste en “tomar medidas inmediatas y efectivas para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a la esclavitud moderna y la trata de personas y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluido el reclutamiento y uso de niños soldados y para 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”. 


<span style=En conmemoración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la Marcha Global contra el Trabajo Infantil Sudamérica (Marcha Global Sudamérica) y la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), realizaron el “Conversatorio virtual: Trabajo infantil y educación en pandemia: análisis, críticas y desafíos, en el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil (2021)”. El evento se realizó el 9 de junio de 2021, y fue transmitido en la plataforma YouTube Live: [advanced_iframe src="https://www.youtube.com/embed/OzqyKfDiTkA" width="100%" height="600"] El objetivo fue presentar el “Informe subregional sobre el impacto de la pandemia de la Covid-19 en el trabajo infantil y la educación de niños, niñas y adolescentes”, elaborado por la Marcha Global Sudamérica y dialogar sobre el incremento del trabajo infantil y la exclusión educativa de niños, niñas y adolescentes en países de la subregión, así como sobre la respuesta política e institucional de los gobiernos.  En 2021, considerado por la ONU el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, el CESIP, Coordinador de la Marcha Global en América de Sur, lideró la elaboración del informe mencionado, a partir de información recabada en los países en los que la Marcha Global Sudamérica tiene presencia: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú. El informe puso en evidencia que la crisis generada por la pandemia empujó a centenares miles de niños, niñas y adolescentes de nuestros países a trabajar –o a trabajar más tiempo y en circunstancias aún más difíciles a quienes ya lo estaban haciendo–, excluyéndoles de su derecho a la educación, poniendo en riesgo su presente y su futuro. La recolección de información estuvo a cargo: Desarrollo y Autogestión, CTERA, CePaDeHu (Argentina); FNPETI (Brasil); Corporación Opción (Chile); Fundación Mundo Mejor (Colombia); Desarrollo y Autogestión (Ecuador); DEQUENÍ (Paraguay) y CESIP (Perú).  El informe fue presentado por Isaac Ruiz Sánchez (CESIP), y fue comentado por Marcela Browne (CADE y Consejo Directivo de la CLADE) y por Valentina Paz Ruiz Alegría de la Agrupación de niños, niñas y adolescentes de OPCIÓN. En el evento tuvieron la palabra adolescentes de diversos países de la región, a través de un video. ">
El objetivo fue presentar el “Informe subregional sobre el impacto de la pandemia de la Covid-19 en el trabajo infantil y la educación de niños, niñas y adolescentes”, elaborado por la Marcha Global Sudamérica y dialogar sobre el incremento del trabajo infantil y la exclusión educativa de niños, niñas y adolescentes en países de la subregión, así como sobre la respuesta política e institucional de los gobiernos. 

Informe CLADE Marcha Global contra el Trabajo Infantil Sudamérica

13 de junio de 2022

En conmemoración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la Marcha Global contra el Trabajo Infantil Sudamérica (Marcha Global Sudamérica) y la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), realizaron el “Conversatorio virtual: Trabajo infantil y educación en pandemia: análisis, críticas y desafíos, en el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil (2021)”.

El evento se realizó el 9 de junio de 2021, y fue transmitido en la plataforma YouTube Live:


El objetivo fue presentar el “Informe subregional sobre el impacto de la pandemia de la Covid-19 en el trabajo infantil y la educación de niños, niñas y adolescentes”, elaborado por la Marcha Global Sudamérica y dialogar sobre el incremento del trabajo infantil y la exclusión educativa de niños, niñas y adolescentes en países de la subregión, así como sobre la respuesta política e institucional de los gobiernos. 

En 2021, considerado por la ONU el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, el CESIP, Coordinador de la Marcha Global en América de Sur, lideró la elaboración del informe mencionado, a partir de información recabada en los países en los que la Marcha Global Sudamérica tiene presencia: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú. El informe puso en evidencia que la crisis generada por la pandemia empujó a centenares miles de niños, niñas y adolescentes de nuestros países a trabajar –o a trabajar más tiempo y en circunstancias aún más difíciles a quienes ya lo estaban haciendo–, excluyéndoles de su derecho a la educación, poniendo en riesgo su presente y su futuro. La recolección de información estuvo a cargo: Desarrollo y Autogestión, CTERA, CePaDeHu (Argentina); FNPETI (Brasil); Corporación Opción (Chile); Fundación Mundo Mejor (Colombia); Desarrollo y Autogestión (Ecuador); DEQUENÍ (Paraguay) y CESIP (Perú). 

El informe fue presentado por Isaac Ruiz Sánchez (CESIP), y fue comentado por Marcela Browne (CADE y Consejo Directivo de la CLADE) y por Valentina Paz Ruiz Alegría de la Agrupación de niños, niñas y adolescentes de OPCIÓN. En el evento tuvieron la palabra adolescentes de diversos países de la región, a través de un video.


Informe sobre el impacto de la pandemia de la COVID-19 en el trabajo infantil y educación en países de Sudamérica

23 de diciembre de 2021

Año de publicación: 2021

Publicado por: Marcha Global Contra el Trabajo Infantil

Este documento, escrito durante la crisis sanitaria causada por COVID-19, tiene el objetivo de evaluar cuáles fueron sus impactos en la educación y en el trabajo infantil. Para ello, recopiló información en siete países de Sudamérica (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú), a partir de fuentes secundarias de organismos multilaterales, organizaciones Internacionales, no gubernamentales, sindicatos y redes de sociedad civil.


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